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La neurociencia del dolor (Primera Parte)*

Para la ciencia el dolor es un problema porque aunque es un proceso fisiológico, también es subjetivo.

El dolor es una experiencia subjetiva, cultural y neurológica. Definirlo, encontrar palabras que puedan describirlo de modo universal, medirlo para saber qué tan grave es, localizarlo en una resonancia magnética de forma inequívoca: todos esfuerzos de la neurociencia para, en última instancia, diagnosticar y prescribir tratamientos que sirvan para disminuirlo.

Hay en el mundo menos de 100 máquinas de resonancia magnética modelo 7-Tesla. El campo magnético que genera es 4 veces más poderoso que una máquina de resonancia promedio, produciendo imágenes mucho más detalladas. Es posible observar al cerebro mientras siente dolor y la escala para medirlo hoy día va del 0 al 10.

Para la ciencia el dolor es un problema porque aunque es un proceso fisiológico, también es subjetivo. Solo la persona siente su propio dolor y es muy difícil comunicárselo a los otros. Si nos enamoramos, hay cientos de descripciones en la literatura, en la filosofía y en la música a las cuales recurrir para expresarlo, pero no así con el dolor que tiene mucho de indescriptible.

En las últimas dos décadas, la Dra. Irene Tracey de la Universidad de Oxford, ha estudiado a miles de personas, sanas y enfermas, para desarrollar un panorama neurológico del dolor. Ha estudiado el dolor normal de todos los días y también el dolor crónico. En 1940 en la Universidad de Cornell se inventó el 'dolorímetro', una máquina generadora de calor. El año pasado, científicos del M.I.T. desarrollaron un algoritmo llamado 'DeepFacelift' que intenta calcular el dolor basado en las expresiones faciales.

Las herramientas más útiles, sin embargo, siguen siendo los reportes de los sufrientes.

En los años cincuenta, Ronald Melzack, comenzó una colección de las palabras más utilizadas por los pacientes, organizándolas en categorías, en un intento por capturar las dimensiones temporales, sensoriales y afectivas del dolor así como su intensidad. El resultado se publicó dos décadas después con el nombre de 'Cuestionario del dolor de McGill', aunque la subjetividad parece insuperable: lo que para alguien puede describirse como agonía para otro puede ser solo desdicha.

Joanna Burke escribió 'La historia del dolor' y en su intento por traducir el cuestionario encontró que el contexto cultural modifica el lenguaje y también la percepción.

La escala más utilizada hoy en día es numérica: del 0 al 10, para acomodar diversos grados en la sensación de dolor. Evaluar el dolor como parte de la práctica médica ha incidido en el aumento de las recetas de opioides que es una de las adicciones contemporáneas más graves (continuará).

*Resumen y traducción libre del artículo "The neuroscience of pain", The New Yorker, Nicola Twilley, julio 2018

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