¿Por qué las sanciones, los programas de estímulo, las verificaciones, la vigilancia y otras estrategias no son suficientes para frenar la pesca ilegal?
La respuesta sigue siendo la misma, pero no atendida: porque hay compradores, mientras haya compradores de productos pesqueros ilegales, habrá pescadores capturando en zonas prohibidas o en tiempos de veda.
La pregunta es entonces: ¿por qué no se controla, por qué no se vigila o verifica?
Por corrupción, porque es sabido entre el propio sector pesquero que los compradores de lo ilegal son cobijados por las autoridades, por las inspecciones de Conapesca, por la vigilancia de la Marina, por las autoridades municipales, estatales y federales.
Ejemplos hay muchos, desde la Vaquita Marina en Baja California, el Pepino de mar en Yucatán o las capturas en zonas de reserva, de refugio por parte de las embarcaciones comerciales.
Hace unos días la organización Oceana puso en la mesa su último estudio y dimensiona la cantidad de barcos pesqueros ubicados en zonas de refugio o zonas protegidas que podrían estar haciendo capturas.
Y es el Parque Arrecife Alacranes en Yucatán, una zona de reserva a poco más de 100 kilómetros de la costa, donde encontraron la mayoría de las embarcaciones pesqueras comerciales.
La organización detectó 236 embarcaciones en zonas de protección marina, de las cuales 106 se ubicaron en Arrecife Alacranes, una zona de reproducción, de desarrollo de especies y de hábitat para especies en peligro de extinción como la tortuga marina.
¿Cómo es que la organización Oceana logra detectarlas con información pública y con los datos de monitoreo de Conapesca, y la autoridad lo tiene a la mano y no hay una intervención directa?
El círculo vicioso persiste a pesar de tener la inspección, vigilancia, control y monitoreo.
Se sabe de las capturas ilegales, de los arribos a los puertos, del almacenamiento, transporte y comercialización, pero es una actividad que persiste.
Si las embarcaciones pesqueras de mediana altura se encuentran en zonas de reserva, y las embarcaciones ribereñas capturan en tiempos de veda o en tallas no permitidas, es porque sigue habiendo compradores, hay dinero para financiar las salidas y para pagar el producto.
El círculo vicioso persiste y entre los miembros del sector pesquero la percepción es que la corrupción persiste y poco se ha hecho por cortarla de tajo.
Para la cuarta transformación sigue siendo un gran pendiente. La corrupción en el sector pesquero persiste y se mantienen las prácticas ilegales en los recursos marinos.
Saber si el ceviche o los pulpos en su tinta que se saborearán en el verano son de captura legal es algo que los consumidores no podrán saber, porque sigue pendiente el tema de la trazabilidad, elemento que podría inhibir las prácticas ilegales.