Lo Básico

AMLO y el glisofato

La decisión de López Obrador respecto al uso del glisofato fue dar tiempo; veremos en cuatro años si ya hay un nuevo producto o si al calor de la salida presidencial el herbicida vuelve a librarla.

El glisofato, herbicida utilizado principalmente en cultivos de maíz, soya, trigo y algodón, y que polariza opiniones, llegó hasta Palacio Nacional, donde 'la libró' parcialmente, ya que el mandatario federal no se animó a desterrarlo de tajo, sino que será a finales de su gobierno, dejando un sabor de boca de que no quiso entrarle al tema.

La polémica sustancia para controlar las llamadas malas hierbas tiene años. Por un lado los productores comerciales y las industrias semilleras, así como laboratorios químicos que la defienden a capa y espada por los beneficios o resultados en la agricultura al mantener a raya las hierbas.

Y por el otro, los ambientalistas, pequeños productores, consumidores, agricultores orgánicos e investigadores que se oponen a su uso por los efectos negativos en la salud humana y el medio ambiente.

La polarización de opiniones ha ido y venido en diferentes tribunas y foros, ha dado la vuelta a las cámaras de Diputados y Senadores, a foros nacionales e internacionales, a congresos y otros escenarios.

El resultado ha sido el mismo: el famoso herbicida se sigue usando.

Fue en las últimas semanas cuando retomó auge la polémica, al grado de llegar hasta la mesa de discusión en Palacio Nacional con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Incluso días antes el Conacyt hizo público el último estudio sobre los efectos del glisofato en los niños, en la salud humana y se dimensionó que el uso de este herbicida se ha disparado mil por ciento desde la década de los 90 con los cultivos transgénicos, ya que soportan la sustancia.

Y en México calculan que se usan hasta cuatro kilos por hectárea de este herbicida, sobre todo en los cultivos de maíz y soya de escala comercial.

La esperanza de los que están en contra del glisofato, era que el Ejecutivo federal al ser empático con la producción milpera, de pequeños productores, de fomento a la biodiversidad, pondría orden al uso del herbicida.

Y sí lo hizo, pero a medio gas, y dejando el mal sabor de boca que no quiso entrarle al tema, dejándolo hacia el final de su sexenio.

La razón: los agroempresarios, entre ellos su asesor empresarial, Alfonso Romo, quien produce soya y maíz en la península de Yucatán en escala comercial.

En la conferencia mañanera del miércoles 12 de agosto, López Obrador fue cuestionado sobre el glisofato y a pregunta expresa de si estaba a favor o en contra, reconoció que se va a regular el uso, pero será paulatino.

El argumento es que efectivamente es una sustancia que se usa en gran escala, sobre todo en la producción agrícola comercial y, limitar su uso, pondría en jaque a la agricultura.

Se sabe que se usa en gran medida en soya, maíz, trigo y algodón, pero también en hortalizas.

La solución fue que no se usara glisofato en los programas de gobierno como Bienestar para el Campo y Sembrando Vida, pero los productores privados podrán seguir usándolo en los próximos cuatro años, tiempo en el que Conacyt buscará y creará un producto que pueda sustituirlo y que no dañe la salud humana y el medio ambiente.

Los herbicidas son todo un tema de polémica a nivel mundial. En Yucatán hay investigaciones en varias instituciones sobre los efectos hasta en la lactancia materna, ya que el tipo de suelo kárstico de la región, que filtra todo lo que se vierte en la tierra, provoca que los pozos de agua estén contaminados.

La mediación del mandatario federal fue dar tiempo, veremos en cuatro años si ya hay un nuevo producto o si al calor de la salida presidencial el glisofato vuelve a librarla.

COLUMNAS ANTERIORES

Meliponas, las abejas mayas
Los huevos que ya hay

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.