"…No hay furia en el infierno como la de una mujer despreciada": La cita, de William Cosgrave, viene hoy como anillo al dedo. La retomo porque embona en el actual contexto de volteretas jurídicas que han llevado a la resurrección política, económica y probablemente sindical de Elba Esther Gordillo en los últimos días. La maestra está de vuelta y su actitud hace pensar que buscará un ajuste de cuentas. La lista de sus enemigos es larga.
Hay varios mensajes que deben extraerse de su conferencia de prensa este lunes, que marcó su regreso a la escena pública tras media década recluida. "Sin duda cambié. Cambiamos todos. Cambió el país", dijo, a lo largo de un muy combativo discurso. Y tiene razón: los equilibrios de poder, tan adversos en su contra hace no demasiado, han cambiado dramáticamente y se inclinan a su favor.
El ocaso de la administración de Enrique Peña Nieto es una oportunidad inmejorable para su retorno a la corte. Las circunstancias de sus enemigos y aliados son otras. Para muestras, el cuarteto que operó su caída: Aurelio Nuño desapareció y ha pasado el último mes y medio en un bajo perfil. Miguel Ángel Osorio Chong será líder de una muy disminuida bancada priista en el Senado. Jesús Murillo Karam se halla enfermo. El único que aún se mantiene activo es Luis Videgaray.
Bien dicen que en el juego de la política mexicana nadie se muere hasta que lo entierran. Y a veces, ni eso. Lo cierto es que en la conferencia citada por Gordillo en el Hotel Intercontinental se le vio repuesta, fuerte, bien vestida, maquillada, muy arreglada y, sobre todo, enojada. Vaya que emanaba ira. Su imagen triunfal, sosteniendo en todo lo alto el expediente que le exonera y que marca el más absoluto fracaso de la PGR en su contra, sintetiza el momento. De lo que dijo, se puede anticipar parte de lo que la maestra tiene entre manos:
- Uno: el plan principal es retomar el control del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. La pregunta no es cómo, sino cuándo. Se avecina una batalla épica al interior del sindicato más grande de América Latina, con consecuencias imprevisibles para el país. Cuando llegue -y la guerra intestina llegará-, será un tema delicado para la administración de Andrés Manuel López Obrador.
- Dos: las cosas pintan mal para Juan Díaz de la Torre, el actual presidente del SNTE. Gordillo Morales no le mencionó por nombre, pero no hizo falta. Le acusó de traidor y de estar llevando al sindicato a la ruta del suicidio. La animadversión hacia Díaz de la Torre no es para menos: fue protegido de la maestra, quien impulsó su carrera hasta que, a las primeras de cambio, se alineó con Enrique Peña Nieto y Aurelio Nuño, mientras la lideresa fenecía tras las rejas.
"No tengo opinión (sobre el regreso de la lideresa)", dijo el presidente del sindicato, entrevistado poco después de la conferencia matutina.
- Tres: Luis Castro, del PANAL, tampoco sale bien parado. Cuando Gordillo fue detenida, Nueva Alianza era una fuerza ascendente, con el futuro aparentemente garantizado. Cinco años más tarde, perdió el registro del partido que fue, por años, el proyecto político más atesorado de la chiapaneca. Eso, sin contar que Castro no movió un dedo para ayudar a la maestra y, en cambio, se alió con el PRI de Peña Nieto durante el resto del sexenio.
- Cuatro: La Reforma Educativa de Aurelio Nuño y Enrique Peña Nieto tiene los días contados y Gordillo jugará un papel activo en su eliminación, probablemente de la mano del gobierno de López Obrador. Si esta reforma fue una de las más apreciadas por el actual presidente y su exsecretario de Educación, su desaparición será un sabroso componente al caldo de venganza que cocina la maestra.
- Cinco: Aurelio Nuño quizá esté más blindado, pero también podría ser blanco de la maestra, quien acusó haber sido víctima de una conspiración en su contra. ¿Urdida por Nuño? Quizá. El exsecretario de Educación fue, a final de cuentas, el artífice de la Reforma Educativa y uno de los estrategas centrales del peñanietismo.
Quizá la parte más importante de la conferencia vino hacia el final. Gordillo pareció girar órdenes al magisterio para la batalla que viene: "¡se defenderán sus derechos!", clamó a los maestros, como en los tiempos en que era lideresa.
Que nadie se sorprenda. La maestra no salió de la cárcel, no venció al aparato de Estado, para quedarse de brazos cruzados.
El retiro no parece ser un camino para ella.