Victor Manuel Perez Valera

La violencia cósmica y humana y la lucha por la paz

Los gobiernos deberían evitar todo tipo de violencia, respetar la dignidad humana, castigarla y no volverse agentes de ella.

La palabra violencia proviene del latín vis (fuerza). En el cosmos (belleza), encontramos casi siempre esta fuerza moderada: el aire apacible, la brisa suave. La atmósfera parece respirar tranquilamente, de pronto se propasa, el viento se torna violento: tornados, ciclones, ventoleras. Asimismo, el mar palpita con suave fuerza, las olas mansas limpian la playa, y de pronto el oleaje se torna violento, destruye edificaciones cercanas a la playa y presenta un peligro de muerte para los navegantes.

La violencia cósmica proviene del choque de fuerzas opuestas. La tierra enfrenta tensiones, las placas se reacomodan y surge un terrible terremoto. También el calor y el frío en las capas de la atmósfera pueden provocar un tifón. El universo posee ambas cosas, es armonioso y violento: contemplamos el cielo estrellado y en ocasiones los nubarrones negros, pasan de la calma a la fuerza violenta. Los gobiernos deben estar preparados para proteger a la población y destinar dinero suficiente para reparar los daños.

Ahora bien, de todas las violencias la más nefasta es la que produce el hombre: lenguaje violento que frecuentemente pasa a la acción, a golpes y a crear un ambiente destructivo en el ámbito humano. Destruimos nuestro hábitat y producimos daño a los animales, pero sobre todo, a otro ser humano -el resistirse a entregar un celular puede provocar la muerte. A los animales más violentos los calificamos de feroces, son fieras que descuartizan y devoran a otros animales. La violencia de los animales es por necesidad, en esto les va su subsistencia.

Ahora bien, el hombre según la frase atribuida a Hobbes se vuelve un lobo para el hombre (Homo homini lupus). En la Biblia, algunos Salmos al hablar de la violencia humana utilizan la metáfora de la ferocidad animal: “me rodean, clavan en mí sus ojos para derribarme, como leones ávidos de presa, como cachorros agazapados en su escondrijo” (Salmo 17, 11). “Estoy echado entre leones que devoran hombres, sus dientes son lanzas y flechas, su lengua un puñal afilado” (Salmo 57,5). “Llevan veneno como las serpientes”. (Salmo 58,5). La raíz de casi todas las violencias humanas es el egoísmo, la envidia y el orgullo.

La violencia es condenada por la moral y en casos más graves por el derecho. Existen muchos tipos de violencia, como la económica y la social. Los gobiernos deberían evitar todo tipo de violencia, respetar la dignidad humana, castigarla y no volverse agentes de ella. Quizá la más terrible violencia es la guerra, luchar contra esta debe conducirnos a cultivar la paz en nuestros corazones, en la sociedad y entre los países.

La auténtica paz supone varias condiciones, pero un requisito ineludible es el que exista un clima de justicia, específicamente de justicia social. Entre las Encíclicas de los Papas, sigue siendo de gran utilidad la Pacem in Terris de Juan XXIII. La Encíclica no trata únicamente del desarme y de las relaciones internacionales, sino que toca como un gran abanico, muchos aspectos de justicia social que están relacionados con la paz, entre los que se encuentra el tema de derechos humanos, el derecho a la existencia y a un nivel de vida digno.

En el Medio Oriente se ha dado un acontecimiento extraordinario que han ignorado muchos medios de comunicación: grandes grupos de mujeres musulmanas, hebreas y cristianas han caminado abrazadas en favor de la paz en Israel.

A este respecto, se ha publicado un video oficial del movimiento WOMEN WAGE PEACE. En esta marcha la famosa cantante israelí Yael Deckelbaum entona la canción “Oración de las madres” ¿la música puede ayudar a cambiar nuestro mundo violento? Vale la pena traducir este canto de oración: El susurro del viento del océano esta soplando desde lejos y la ropa colgada está golpeando la sombra en las paredes. Entre el cielo y la tierra hay personas que quieren vivir en paz. No te rindas, sigue soñando con la paz y la prosperidad. Cuando se derritan las paredes del miedo, cuando regrese de mi exilio y mis puertas se abran a lo que es verdaderamente bueno. Ven a dormir otro amanecer, vamos sueño, ya es de mañana. Vamos al sacrificio, una madre envía una paloma para ti, junto con una oración vuela paloma, no confíes. Sus niños están en la escuela. Nos reiremos con los niños para que se pueda descansar de la guerra. Las paredes del miedo algún día se derretirán

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