De acuerdo con datos del Centro Nacional de Trasplantes (CENATRA), 21 mil 833 personas en México están en la lista de espera para un trasplante de órganos o tejidos, la mayoría de ellos son de riñón, que es el órgano más trasplantado entre personas vivas.
Es importante señalar que en México no existe una cultura que propicie la donación de órganos entre vivos o post mortem. Quizá esto ha motivado a la Cámara de Senadores a derogar algunos artículos de la Ley General de Salud, y postular una nueva ley en la que se supone que toda persona mayor, al morir, será presunto donante, a no ser que haya manifestado su negativa a este acto. Este consentimiento presunto se basa, probablemente, en el aforismo jurídico Qui tacet consentire videtur (quien calla parece que consiente). Esta expresión está tomada de una decretal de Bonifacio VIII, que sólo es una presunción, de no mucho valor, sobre las consecuencias del silencio.
El Dr. Diego García Ricci, catedrático de Derecho en la Universidad Iberoamericana, considera que esta reforma vulnera los derechos humanos. La norma anterior establecía que "toda persona es disponente de su cuerpo". En efecto, esta ley, aunque pueda tener un sentido altruista, también podría propiciar el tráfico de órganos, reprobado tanto por la ética como por el Derecho. En un país como México en el que reina la corrupción en algunas de nuestras instituciones, surgen dudas sobre la recta aplicación de la ley. A primera vista habría que considerar también un aspecto psicológico profundo: el que consiente en una donación de órganos aparece como persona altruista y generosa, pero el que se niega a dar este consentimiento, puede ser tildado de egoísta, pues rechaza participar en el bien común cuando, sin duda, puede haber motivos serios objetivos y/o subjetivos para rechazar la donación.
Actualmente el CENATRA otorga una tarjeta en la que se puede expresar el consentimiento de la donación, pero ésta puede ser anulado si no cuenta con la aprobación de los parientes más cercanos. Son varios los países que han legislado en este tópico sobre el consentimiento presunto. El reciente caso de Holanda nos puede ayudar a reflexionar con mayor profundidad sobre esta temática: en este país, el 13 de febrero del presente año, se aprobó la donación de órganos por el consentimiento presunto, que entrará en vigor a partir de 2020. La aprobación se dio por un margen muy pequeño en una decisión polémica, tanto en el Senado como entre los ciudadanos en general. Los ciudadanos mayores de 18 años son considerados automáticamente donantes y los que rechacen esto deberán dejar constancia por escrito. Sin embargo, los familiares tendrán la última palabra en caso de duda, aunque no un veto formal, por lo que dicha formulación es algo confusa. Los líderes opositores a esta legislación proclamaron que "el cuerpo de los holandeses no es propiedad del Estado", y que no es admisible que el hecho de "no tomar una decisión ya es una forma de decisión". También se adujo que "solamente se puede considerar donante el que haya dado su consentimiento expreso". A las pocas horas de la aprobación de esta ley, más de 30 mil ciudadanos se movilizaron para registrarse en el sistema oficial como no donantes, y cerca de 2 mil señalaron que después de su muerte, la decisión sería otorgada por un familiar. Todavía se dio otro fenómeno emotivo: 6 mil 200 ciudadanos que ya estaban registrados como donantes cambiaron su decisión por la del no. Al parecer los senadores holandeses se comprometieron a dar la última palabra a los familiares, los cuales podrían incluso cambiar el permiso de donación del difunto. También se admitió que los donantes pudieran excluir, de la donación, algunos órganos.
La reforma postulada en México por el Senado está en revisión en la Cámara de Diputados. Varios miembros de dicha Cámara han expresado sus reservas. Asimismo, algunos médicos y expertos en bioética piden que se dé un debate más completo y profundo, ya que un tema tan complejo no puede legislarse "al vapor".
Además de la oposición que ha surgido en Holanda, conviene remitirse al aspecto positivo de una autentica donación como lo expresó Karol Wojtyla en el Primer Congreso Internacional de Trasplantes verificado en junio de 1991: "el amor, la comunión, la solidaridad y el absoluto respeto a la dignidad de la persona humana, constituyen el único contexto legítimo para el trasplante de órganos". Consideramos que más que una reforma urgente hay que hacer una reforma trascendente.