El consenso de analistas en la Encuesta Citibanamex de Expectativas, publicada ayer, volvió a estimar la tasa de referencia del Banco de México en 4.0 por ciento al cierre del año, lo que sugiere que se mantendrá sin cambio.
Aunque persiste la incertidumbre sobre el próximo movimiento de la tasa objetivo del Banco Central, la mayoría de las instituciones financieras prevé que será un incremento de un cuarto de punto, que podría darse en noviembre de este año o incluso en septiembre.
La atención del mercado está centrada en el anuncio de política monetaria de mañana, pasado el mediodía, por si alguna señal deja ver la posibilidad de que Banxico suba su tasa en los próximos meses ante los riesgos al alza para la inflación.
Mañana también, pero más temprano, el Inegi publicará el dato de inflación de la primera quincena de junio, donde la expectativa es que continúe la tendencia a la desaceleración de los precios después del pico alcanzado en abril.
En el caso de la inflación general, el mercado espera que se ubique en torno a 5.9 por ciento anual, apenas por debajo de 6 por ciento en la quincena anterior.
Aun así, la inflación anual lleva varias quincenas –desde la primera de marzo– por arriba del límite superior del intervalo de variabilidad de más y menos un punto porcentual en torno al objetivo puntual de 3 por ciento establecido por Banxico, al que se estima converger en el segundo trimestre de 2022.
Se ha dicho que en los primeros cuatro meses del año la inflación resintió transitoriamente el efecto aritmético relacionado con una baja base de comparación anual por el impacto inicial de la pandemia.
Esa es la razón por la que la inflación anual empezó a bajar gradualmente a partir de mayo.
A la mayor inflación también contribuyeron las presiones en los precios de las materias primas –especialmente de los energéticos– y en los costos.
Sin embargo, en una perspectiva más amplia la mayor inflación ya no parece un fenómeno transitorio.
De acuerdo con Manuel Sánchez, exsubgobernador de Banxico, de 2017 a la fecha el promedio de la inflación general anual fue de 4.5 por ciento, medio punto por arriba del que se registró de 2003 a 2016.
Aunque si comparamos la inflación del último lustro contra la de los cinco años anteriores, en promedio subió un punto porcentual.
Sánchez dice que un aumento transitorio probablemente es el efecto de alguna presión con respecto a lo que se registró el año pasado, por ejemplo en los precios de los energéticos.
“Pero cuando uno toma ya un horizonte más largo, se va dando cuenta que estos brotes de inflación han sido un poco más frecuentes en últimas fechas, que han ubicado la inflación considerablemente más arriba que en el pasado reciente y esto debe de tomarse en consideración, porque así nos podemos ir, espero que no, con medio punto más alejándonos de la meta”.
El problema de que la inflación sea de 4.5 por ciento y no de 3.0 por ciento es que el mercado incorpora esa brecha en mayores expectativas inflacionarias.
“Cuando un banco central logra que el público en general espere que la inflación sea igual que el objetivo que anuncia, podemos decir que tiene calificación 100 de credibilidad.
“Pero si en lugar de eso se espera periódicamente que de ‘manera transitoria’ cada año la inflación ande en 4.0 o 4.5 por ciento (…), entonces ya no tiene una calificación digamos de excelencia”, dice Sánchez.
Ahí es donde Arturo Herrera, quien será propuesto como gobernador para el periodo 2022-2027, va a tener que reforzar el compromiso de Banxico con la estabilidad de precios ante el riesgo de un desanclaje de las expectativas de inflación.