La pandemia de COVID-19 “ciertamente no ha terminado”, advirtió el domingo el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
En el marco de la 75 Asamblea Anual de la agencia sanitaria de la ONU en Ginebra, dijo que “bajamos la guardia por nuestra cuenta y riesgo”, además de que “la disminución de las pruebas y la secuenciación significa que nos estamos cegando ante la evolución del virus”.
Al reto que sigue representando la pandemia, que aún no ha concluido, como lo reveló la OMS, se agrega el daño económico causado por la invasión rusa de Ucrania, con sus secuelas en los mercados de materias primas y el comercio mundial, canal agravado, a su vez, por el confinamiento chino.
A tres meses del inicio del conflicto militar, está muy claro que, además de contribuir a una desaceleración significativa del crecimiento mundial, la guerra terminó presionando la inflación y deteriorando las expectativas inflacionarias.
El elevado nivel de inflación vino a complicar la disyuntiva que enfrentan los bancos centrales entre contener las presiones sobre los precios y privilegiar el crecimiento para mantener la recuperación económica.
Al tomar en cuenta que el escenario está rodeado de una incertidumbre inusualmente elevada ante los retos que plantean la pandemia y la guerra, el ritmo y la fortaleza de la recuperación de la economía mexicana también son inciertos.
Vale la pena recordar que los analistas consultados por el Banco de México en abril, según la encuesta publicada a principios de mayo, tienen una percepción muy cautelosa sobre el clima de negocios en el país.
La opinión preponderante es el 65 por ciento de los especialistas en economía del sector privado –prácticamente dos de cada tres– que creen que el ambiente de negocios en los próximos seis meses permanecerá igual.
Aunque la proporción de los que opinan que actualmente la economía está mejor que hace un año es de 67 por ciento, el 59 por ciento piensa que este es un mal momento para invertir.
La opinión mayoritaria refleja un deterioro en el clima de inversión debido a una serie de factores externos e internos.
Después del proceso electoral del 5 de junio se anunciará un tercer paquete de proyectos de infraestructura con inversión privada.
Recientemente, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez, se reunió con los presidentes de los organismos pertenecientes al Consejo Coordinador Empresarial, donde el funcionario dijo que el tercer paquete de inversiones del sector privado ya está listo y sólo falta la autorización de la fecha para que el gobierno lo anuncie.
Sobre la reunión, el CCE informó que “el secretario destacó que el tercer paquete de proyectos de inversión en infraestructura, que se ha trabajado de la mano con el sector privado, ya se encuentra listo y que sólo se espera la fecha que dicte el gobierno de México para poderlo dar a conocer”.
Los dos primeros paquetes de inversión en infraestructura suman 525 mil millones de pesos, distribuidos en 68 proyectos en los sectores de comunicaciones y transportes, energía, agua y medioambiente.
Si bien hubo retrasos por la pandemia, la duda razonable es si se les dio seguimiento a todos esos proyectos para llegar a su ejecución e inicio de operaciones, pero también si han dado resultados.
Los 68 proyectos en conjunto representarían una inversión de 2.3 por ciento del PIB y se esperaba que generaran entre 370 y 400 mil empleos directos e indirectos.
El primer acuerdo de inversión en infraestructura del sector privado se lanzó el 5 de octubre de 2020 y el segundo paquete de obras se anunció el 30 de noviembre de ese año.
El tercer paquete, que lleva en el ‘horno’ prácticamente 16 meses, apuesta a incrementar la inversión respecto a los dos planes previos.
Ojalá que abra una ventana de oportunidad para atenuar la incertidumbre y comenzar a recuperar la confianza empresarial y de los negocios, necesaria para promover la inversión.
Los anuncios de infraestructura están llamados a ser un buen mecanismo para apoyar la reactivación económica del país después de la pandemia, pero claramente son insuficientes para generar un crecimiento sostenido.