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Los 32 millones en informalidad laboral

La población ocupada creció en más de un millón en el segundo trimestre, pero ese avance se explica por el repunte de la informalidad, señala Víctor Piz.

En el mercado laboral de México siguen presentándose avances en los principales indicadores, pero aún persisten las afectaciones causadas por la pandemia de covid-19 y, en algunos casos, la recuperación no sólo es incompleta, sino que tiende a revertirse.

Este es el caso de la informalidad laboral, según se desprende de los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI correspondientes al segundo trimestre del año.

En el periodo abril-junio de 2022, la población ocupada en el país aumentó en más de 1.3 millones de personas respecto a los primeros tres meses del año.

Sin embargo, ese avance lo explica en 77 por ciento el repunte de la ocupación en la informalidad.

Mientras la ocupación informal se incrementó en un millón de personas en el segundo trimestre respecto al primero, la formal creció en poco más de 300 mil.

Esto quiere decir que por cada tres personas que se ocuparon en condiciones de informalidad laboral, sólo una lo hizo en la economía formal o remunerada.

De acuerdo con el INEGI, en el periodo abril-junio la suma de las personas en todas las modalidades de empleo informal fue de 32 millones, lo que representó 55.7 por ciento de la población ocupada.

Cabe mencionar que la tasa de informalidad laboral aumentó después de dos trimestres a la baja.

Además, los 32 millones de mexicanos ocupados en condiciones de informalidad laboral superan el nivel registrado en febrero de 2020, antes de la pandemia, cuando la población ocupada informal era de 31.4 millones de personas.

Los indicadores de la ENOE confirman que la llamada brecha laboral todavía es muy amplia y exhiben la insuficiencia de empleo en el país.

Esta brecha laboral, que contempla a las personas desocupadas, subocupadas y las inactivas disponibles para trabajar, representó en el segundo trimestre del año el 21.7 por ciento de la población económicamente activa (PEA) potencial.

Si bien es mucho menor que el pico de 52.9 por ciento alcanzado en mayo de 2020, en el peor momento de la crisis sanitaria, aún está por arriba del 19.8 por ciento registrado antes de la pandemia.

Según la ENOE, en el periodo abril-junio la población desocupada, que está representada por las personas que no contaban con trabajo, pero buscaron activamente uno en el último mes, fue de 1.9 millones.

La población subocupada, que es la que cuenta con una ocupación, pero tiene necesidad y disponibilidad de trabajar más horas, fue de 5.1 millones de personas.

Esta categoría agrupa a los mexicanos que, para obtener más ingresos, buscan una ocupación complementaria o un nuevo trabajo con mayor horario.

Por su parte, la población no económicamente activa disponible para trabajar, que no buscó trabajo, pero aceptaría un empleo si se lo ofrecieran, fue de 7.5 millones.

Está integrada básicamente por la población que no busca empleo “por considerar que no tiene posibilidades” de conseguir uno.

Por definición oficial, los que se declararon disponibles para trabajar, pero no llevaron a cabo acciones al respecto, se constituyen en el sector que eventualmente puede contribuir en el mercado laboral, por lo que conformarían una desocupación encubierta o ‘disfrazada’.

Es pertinente señalar que la población en edad de trabajar inactiva continúa por arriba del nivel observado antes de la pandemia.

El hecho es que las tres categorías anteriores suman 14.5 millones de personas con necesidad o deseos de trabajar y permiten estimar el tamaño de la brecha laboral en el país.

En septiembre de 2020, cuando ya había pasado la primera ola de contagios, las mismas tres dimensiones laborales estaban representadas por 21 millones de personas.

Aunque hay una reducción importante desde ese nivel, la fuerza laboral subutilizada o desaprovechada aún es considerablemente elevada.

Esta es la mejor evidencia de que la recuperación continúa siendo incompleta y de que tomará tiempo cerrar la brecha de desocupación, sea abierta, encubierta o ‘disfrazada’, ante la insuficiencia de empleo y la amplia informalidad laboral en México.

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