El economista en jefe del Fondo Monetario Internacional, Pierre-Olivier Gourinchas, advirtió ayer que, en materia económica, “lo peor está por venir” y que, para mucha gente, “2023 se sentirá como una recesión”.
La frase fue compartida por el economista en jefe para América Latina de Barclays, Gabriel Casillas, quien en los mismos términos dijo a este reportero que ese es el mensaje más importante, aunque se escuche pesimista.
El mundo está ante un escenario de desaceleración económica con cara de recesión, a lo que se suma una inflación no vista en décadas, que está obligando a los bancos centrales a restringir las condiciones financieras, con riesgo de que las economías se enfríen aún más.
Por si algo faltara, la invasión rusa de Ucrania, el lento adiós a la pandemia de Covid-19 y la crisis inmobiliaria en China complican el panorama, por lo que mejor “preparémonos porque las cosas no van bien”, alertó Casillas.
Al presentar los más recientes análisis y proyecciones de la economía global en el documento Perspectivas de la economía mundial (WEO) de octubre de 2022, Gourinchas no dejó espacio a la duda:
“La economía mundial se está debilitando aún más y se enfrenta a un entorno históricamente frágil”.
El economista francés planteó que “la perspectiva sigue estando determinada por tres fuerzas: inflación persistente y creciente, que provoca una crisis del costo de vida; la invasión rusa de Ucrania y la crisis energética asociada, y la desaceleración económica en China”.
Para este año, la proyección para el crecimiento del PIB mundial se mantiene sin cambios en 3.2 por ciento, como lo estimó el FMI en la actualización del WEO de julio pasado.
Pero prevé que el crecimiento global se desacelere a 2.7 por ciento en 2023, lo cual es 0.2 puntos menor respecto a la estimación de tres meses antes.
“La desaceleración es de base amplia”, destacó Gourinchas, pues “más de un tercio de la economía mundial se contraerá en 2023, mientras que las tres economías más grandes del mundo, Estados Unidos, la zona euro y China, seguirán estancadas”.
Por primera vez, el FMI calculó los riesgos en torno a sus estimaciones y concluyó que hay una probabilidad del 25 por ciento de que el crecimiento global caiga por debajo de 2.0 por ciento en 2023, lo que sucedió muy raramente en el pasado.
Además, hay una probabilidad de 10 a 15 por ciento de que caiga por debajo de 1.0 por ciento, lo que, de darse, se traducirá en una disminución del PIB per cápita.
Ante este panorama pesimista, el pronóstico de crecimiento para Estados Unidos en 2022 se recortó a 1.6 por ciento desde 2.3 por ciento previsto en julio, pero se mantuvo en 1.0 por ciento para 2023.
La previsión del FMI para México en 2022 se ajustó a 2.1 por ciento desde 2.4 por ciento en su proyección de hace tres meses, y se mantuvo en 1.2 por ciento para el año entrante.
Más allá de estos dos años, el organismo estima un bajo crecimiento para la economía mexicana en 2024, de 1.8 por ciento, mientras que para los tres años posteriores –de 2025 a 2027– apenas lo anticipa en torno a 2.1 por ciento.
Esto contrasta con el panorama previsto por la Secretaría de Hacienda en el Paquete Económico de 2023, sometido a consideración del Congreso de la Unión a principios de septiembre y que aún debe ser aprobado por ambas cámaras.
Ahí se estima que en el periodo 2024-2028 el PIB de México registrará un crecimiento real anual de entre 1.9 y 2.9 por ciento. De manera puntual, se proyecta una expansión de 2.4 por ciento para ese periodo de cinco años.
Si se cumplieran las proyecciones del FMI para el periodo 2022-2024, México tendría un crecimiento promedio anual en el sexenio del presidente López Obrador de sólo 0.3 por ciento, el más bajo en una generación.
La referencia más cercana es el gobierno de Miguel de la Madrid, de 1983 a 1988, cuando el crecimiento promedio de la economía mexicana fue de 0.1 por ciento anual, según los datos sobre el PIB, con cifras originales del INEGI.
De acuerdo con las estimaciones del FMI, será hasta 2024 cuando el PIB de México supere los niveles previos a la pandemia.
No hay duda, preparémonos para un largo periodo de bajo crecimiento, porque ‘las cosas no van bien’.