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La visión de México más distante de EU y Canadá

Si México no quiere ni puede entender la transformación de las matrices energéticas de EU y Canadá, perderá la oportunidad de convertirse en una potencia global en energías limpias.

Ayer concluyó en Palacio Nacional la Cumbre de Líderes de América del Norte, que por primera vez reunió en nuestro país a los presidentes López Obrador, de México; Joe Biden, de Estados Unidos, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.

La cumbre es el único foro en el que los jefes de Estado de los tres países se han venido reuniendo y que se retomó en Washington en noviembre de 2021, después de cinco años de no realizarse por el desinterés de Donald Trump.

Al llegar a México el domingo pasado en la noche, Biden dijo que “esta reunión profundizará nuestra coordinación y promoverá nuestras prioridades compartidas para América del Norte”. Trudeau destacó que sus reuniones con Biden y AMLO, así como con líderes empresariales mexicanos, servirán para “fortalecer nuestras economías, crear buenos empleos y construir un futuro mejor para las personas en toda América del Norte”.

AMLO celebró que el tratado comercial entre Canadá, México y Estados Unidos, el T-MEC, “ha demostrado ser un valioso instrumento para consolidar nuestros procesos productivos, aprovechando el gran potencial que representa el mercado interno en nuestra región”.

Consultado por este reportero, Jorge Molina, consultor en temas de políticas públicas y comercio internacional, dijo que la cumbre se dio en uno de los entornos más retadores no sólo por la tensión comercial que existe en la región, sino también por la probabilidad de una recesión en EU, los problemas de migración y la creciente influencia del Partido Republicano en el Congreso estadounidense.

Esto último es importante, pues si hubiera un acuerdo en alguna de las disputas comerciales entre los tres países, por ejemplo, respecto a la política energética de México, que cuestionan EU y Canadá por su trato discriminatorio a las empresas privadas de ambos países y poner obstáculos a la competencia, tendría que incluirse al Congreso estadounidense.

De acuerdo con Molina, en la relación bilateral México-EU, los temas relevantes para el vecino del norte son el control de la migración ilegal, el combate al tráfico de drogas, principalmente de fentanilo, cuyo consumo ha causado la muerte de 100 mil estadounidenses, así como la adopción de medidas efectivas contra el cambio climático por parte del gobierno mexicano.

En el contexto de la cumbre y, sobre todo, de la reunión bilateral de AMLO con Biden, la secretaria de Energía de EU, Jennifer Granholm, aseguró que los abundantes recursos de energía limpia con los que cuenta México podrían impulsar el crecimiento de la nación más de 100 veces.

A través de su cuenta de Twitter, la funcionaria estadounidense destacó que “México podría ser un importante exportador de energía limpia a sus vecinos dado su potencial de recursos de energía renovable de clase mundial, lo que convierte a América del Norte en una potencia de energía limpia”.

Además, “un rápido crecimiento en el despliegue de energía renovable podría permitir que México alcance su meta de generación de energía limpia de 35 por ciento para 2024″.

Según la secretaria Granholm, el uso de energía renovable de México generaría altos niveles de inversión, mayor acceso a la energía, una reducción de costos para los consumidores y una mejora en la confiabilidad y resiliencia de nuestro sistema eléctrico.

El problema es que cada vez es más evidente que en el tema de la transición hacia una economía verde, que implica la transformación energética, es donde las visiones de México están más distantes de EU y Canadá.

Tan es así que, previo a su viaje a México, Trudeau dijo que “entiendo que (AMLO) quiera poner más énfasis en las empresas de energía estatales, pero esto tiene que hacerse de manera responsable y debe entender que él es parte del T-MEC y debe cumplir con esas reglas”.

Si México no quiere ni puede entender la transformación de las matrices energéticas de EU y Canadá, perderá la gran oportunidad de convertirse en una potencia global en energías limpias y contribuir a atraer más inversiones en proyectos renovables, pero sobre todo incumplirá sus objetivos climáticos.

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