Recientemente el peso mexicano registró una fuerte apreciación contra el dólar estadounidense y mostró mayor resiliencia que otras monedas.
En el contexto de una depreciación del dólar, el tipo de cambio mantiene un comportamiento estable y probablemente así permanecerá durante un periodo prolongado.
Al cierre de este viernes, el peso alcanzó su mejor nivel frente al dólar desde mediados de abril de 2018, en 18.36 unidades por dólar, según información del Banco de México.
Desde la última decisión de política monetaria en México, el 9 de febrero, cuando la tasa de referencia aumentó en 50 puntos base –medio punto porcentual– a un nivel sin precedente de 11 por ciento, la moneda nacional acumula una apreciación de 3.1 por ciento.
Sin embargo, en lo que va del año su apreciación es de 5.9 por ciento, lo que la posiciona como la segunda moneda emergente más apreciada respecto al dólar, después del peso chileno.
Uno de los factores que más han contribuido al buen desempeño del peso es el diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos, que se había mantenido en 600 puntos base.
Otros factores son la conducción prudente de las políticas fiscal y monetaria, así como el equilibrio en las cuentas externas, pero el diferencial de tasas frente a EU ha sido determinante.
A inicios de este mes la Reserva Federal de EU anunció un incremento en su tasa de interés de 25 puntos base, menor a los aumentos registrados en decisiones anteriores.
Por su parte, Banxico repitió la ‘dosis monetaria’ y se mantuvo en 50 puntos base de alza en su tasa de referencia, por lo que aumentó el diferencial de tasas con la Fed a 625 puntos base.
Retóricamente, el amplio diferencial de tasas se justifica por la ‘sincronización’ de los ciclos inflacionarios de ambos países.
Esta semana se confirmó que la inflación en EU está disminuyendo más rápido que en México, pero no mucho más aceleradamente.
Esa es la principal razón por la que, el 9 de febrero, Banxico consideró inapropiado reducir el ritmo de las alzas en su tasa de referencia y decidió, por unanimidad, incrementarla en 50 puntos base.
Ni el grado de restricción alcanzado hasta el momento justificó una reducción en el ritmo de apretamiento monetario por parte del banco central mexicano.
El hecho de que la inflación en la economía estadounidense retroceda más rápido que en la mexicana podría implicar uno o dos incrementos más en la tasa de Banxico para entonces alcanzar su punto terminal de este ciclo alcista y mantenerse ahí por un tiempo.
La reducción de la inflación en EU ha sido paulatina y hasta con movimientos erráticos en el caso de la subyacente, que excluye los precios de los alimentos y energéticos.
En EU, la inflación general, medida por el índice de precios al consumidor, disminuyó de una tasa anual de 6.5 por ciento en diciembre a 6.4 por ciento en enero, pero quedó por arriba del 6.2 por ciento esperado por los analistas de mercados.
Con el dato de enero, las presiones inflacionarias en EU hilaron siete meses consecutivos a la baja desde que la inflación general alcanzó su pico de 40 años en 9.1 por ciento en junio pasado.
La mala noticia es que la inflación se mantiene en un nivel elevado y es tres veces superior al objetivo de 2 por ciento de la Fed.
Aunque la disminución del índice de precios en los últimos meses ha reflejado principalmente una reducción en la inflación de la energía y los alimentos, persisten los riesgos al alza, sobre todo por las presiones en los costos de vivienda y gasolina, que repuntaron respecto a diciembre.
Por su parte, el componente subyacente, que refleja mejor la tendencia de la inflación, descendió de 5.7 a 5.6 por ciento anual entre diciembre y enero, desacelerando por cuarto mes consecutivo.
En el caso de México, la inflación general subió de 7.8 a 7.9 por ciento anual y la subyacente escaló de 8.4 a 8.5 por ciento entre un mes y otro, sin haber alcanzado su punto de inflexión y con aumentos en 25 de los últimos 26 meses.
La decisión de Banxico anunciada el 9 de febrero implicó un ‘desacoplamiento’ con la Fed, pero en sentido contrario al que algunos analistas esperaban, lo que terminó abriendo el de por sí amplio diferencial de tasas y siendo el principal incentivo para el fortalecimiento del peso.
Dicho lo anterior, el ‘superpeso’ tiene cuerda para rato.