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¿Ya se ve el efecto del ‘nearshoring’ en la IED?

Para este año las nuevas inversiones representan 0.5 por ciento del PIB, mientras que en 2022 fueron de 3.4 por ciento.

Los datos de inversión extranjera directa (IED) en México “representan la confianza de los inversionistas para mantener, ampliar e instalar nuevas inversiones en el país”.

Esa fue la frase con que la Secretaría de Economía destacó que al cierre del primer semestre del año, la IED ascendió a 29 mil 41 millones de dólares.

Dicho monto, un máximo histórico para un periodo enero-junio, es 6.0 por ciento superior a la cifra originalmente publicada para la primera parte de 2022, que fue de 27 mil 512 millones de dólares.

Pero al restar los flujos extraordinarios de la fusión de Televisa-Univision y la reestructura de Aeroméxico del año pasado, resultó en un crecimiento de 41 por ciento respecto al dato preliminar del primer semestre del año anterior.

Por tipo de inversión, el 78 por ciento de la IED correspondió a reinversión de utilidades; es decir, a las utilidades que no retornaron al país de origen.

Además, el 15 por ciento de la inversión extranjera se realizó en cuentas entre compañías del mismo grupo corporativo, mientras que el restante 7.0 por ciento provino de nuevas inversiones en México.

Pero de la IED reportada entre enero y junio de 2022, el 43 por ciento fue de nuevas inversiones precisamente por los movimientos extraordinarios de Televisa-Univision y Aeroméxico.

Lo que corresponde a nuevas inversiones en 2023 son dos mil 135 millones de dólares, que es donde tendría que estar reflejada la llegada a Nuevo León de una planta armadora de vehículos eléctricos de Tesla, confirmada a principios de marzo.

Se calcula que la inversión de la empresa con sede en Texas rondaría, inicialmente, alrededor de mil millones de dólares, pero en su escala completa se estima en al menos cinco mil millones.

Un análisis de Citibanamex señala que, como porcentaje del PIB, la IED se ubicó en 7.1 por ciento en el primer semestre, que se compara con 8.0 por ciento en 2022.

Y para este año, las nuevas inversiones representan 0.5 por ciento del PIB, mientras que en 2022, el 3.4 por ciento.

Desde la perspectiva de esa institución financiera, “las nuevas inversiones continúan en niveles muy bajos, y una materialización contundente de las tendencias de nearshoring debería reflejarse en una expansión de dicho componente”.

Para la Secretaría de Economía, los datos de IED “reafirman a nuestro país como destino principal para la relocalización”.

La pregunta es si los flujos de inversión extranjera directa son una evidencia contundente de que el proceso de relocalización está rindiendo frutos en la economía mexicana.

Ante el optimismo ligado a la relocalización de empresas hacia nuestro país, Citibanamex anticipa que las ganancias por nearshoring podrían empezar a materializarse pronto, pero hasta ahora, “no es obvio que México se esté beneficiando de este fenómeno”.

Sin embargo, agrega, “es posible que a nivel desagregado empecemos a ver indicios de ganancias por nearshoring”.

La posición económica y geográfica de México es una clara ventaja competitiva que lo hace un país atractivo en este sentido, destaca la institución en un reporte reciente publicado antes de conocer las cifras de IED semestrales.

En una nota de investigación sobre la participación de mercado en las importaciones de Estados Unidos, Citibanamex subraya que “es necesario fortalecer el entorno de confianza para la inversión”.

Tal cual, es necesario implementar acciones de políticas públicas y fiscales que generen un ambiente favorable para la inversión privada ante las oportunidades de relocalización de las cadenas productivas.

La postura es coincidente con un reporte especial actualizado de Banco Base, donde plantea que para que México aproveche la oportunidad del nearshoring se deben dar cuatro condiciones:

Gobernanza que genere certidumbre; paquetes orientados al recibimiento de nearshoring, que contemplen estímulos; búsqueda activa de inversiones extranjeras que desean relocalizar su producción, y fortalecimiento de la infraestructura y de cadenas de suministro.

Ahí están los retos para no dejar pasar la ventana de oportunidad que abre la relocalización en términos de flujos de IED en México, exportaciones mexicanas a EU y, lo más importante, crecimiento económico del país.

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