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La necesidad de ‘recalibrar expectativas’

Víctor Piz explica que aunque la inflación en México tiene una tendencia a la baja, es importante poner atención a los detalles, por ejemplo, el incremento en los precios de la educación.

La inflación general en México continúa descendiendo, pero ya no lo hace tan rápido como lo venía haciendo en los meses y periodos quincenales pasados.

En la primera mitad de agosto se ubicó en 4.7 por ciento anual –con redondeo de cifras– y ligó siete quincenas consecutivas con disminuciones.

Si bien fue marginalmente superior al 4.6 por ciento anticipado por el consenso de los analistas, se redujo desde el 4.8 por ciento registrado en las dos últimas semanas de julio.

De acuerdo con cifras del INEGI, la inflación general se ubicó en su menor nivel desde la primera quincena de marzo de 2021.

Además, desde la segunda parte de agosto del 2022, cuando alcanzó su pico en este choque inflacionario, ya acumula una reducción de 4.1 puntos porcentuales.

El componente subyacente, que refleja mejor la tendencia de la inflación, se ubicó en 6.2 por ciento anual –también con redondeo–, su menor nivel desde la primera parte de enero de 2022 y por debajo del 6.5 por ciento de la quincena previa, además de que hiló 13 periodos quincenales a la baja.

Por su parte, el componente no subyacente, que había registrado tasas de inflación negativas, retornó a terreno positivo al reflejar presiones en los precios energéticos –sobre todo del gas LP– y de bienes agropecuarios.

Si bien la inflación en México aún muestra una tendencia a la baja, favorecida en esta quincena por el componente subyacente, ‘el diablo está en los detalles’.

Hay señales mixtas en sus componentes: por una parte, un descenso más acelerado en las mercancías y, por otra, una renuencia a disminuir en la inflación de los servicios, que todavía no registra un punto de inflexión.

La inflación de las mercancías alimenticias, aunque aún está en niveles elevados, en sus lecturas más recientes ya se situó en un dígito.

Por el contrario, se sigue observando la misma contribución de los servicios a la inflación y en algunos casos se ha incrementado.

En la primera quincena de agosto, la contribución de los servicios a la inflación general de 4.7 por ciento anual fue de 1.8 puntos. Esto representa más de la tercera parte.

Hace un año, en igual periodo quincenal, su contribución fue también de 1.8 puntos, pero en relación con una inflación general de 8.6 por ciento anual. Es decir, de una quinta parte.

De acuerdo con Gabriel Casillas, economista en jefe para América Latina del banco de inversión Barclays, “si quitamos educación y vivienda, la contribución quincenal del componente de servicios a la inflación prácticamente está igual que en agosto del año pasado”, por lo que “sigue muy fuerte”.

La inflación de los servicios distintos a la vivienda y educación se mantuvo en 6.5 por ciento anual –con redondeo de cifras– entre la segunda quincena de julio y la primera de agosto.

Pero en el mismo periodo, la inflación de los servicios de educación se elevó de 4.9 a 5.4 por ciento anual y la de vivienda se mantuvo en 3.6 por ciento.

Al interior de los servicios de educación, la inflación anual en preescolar fue de 5.9 por ciento y en universidad, de 5.7 por ciento.

El incremento en los precios de la educación, además de reflejar una “reaceleración”, quiere decir que “las escuelas, las universidades (incluidas), están pudiendo transferir mayores colegiaturas a los consumidores y eso es porque la economía está bien”, explicó Casillas al reportero.

En opinión del economista, “lo que esto nos dice es que la lucha contra la inflación en México está lejos de haber acabado”.

Ante los riesgos en el panorama inflacionario nacional, la junta de gobierno del Banco de México reiteró el mensaje de que la tasa de referencia se mantendrá en su nivel actual de 11.25 por ciento por un “periodo aún prolongado”.

No sólo eso, sino que “aún es prematuro” discutir posibles recortes a la tasa, lo que representa un ‘balde de agua fría’ para los analistas de mercados que anticipan una reducción antes de que finalice el año.

Las expectativas sobre la tasa de referencia que prevén el inicio de un ciclo de recortes tan pronto como en noviembre van a tener que ser recalibradas.

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