La oferta global de bienes y servicios en el país aumentó 1.3 por ciento en el segundo trimestre de 2023 respecto a los tres meses anteriores, informó el INEGI al inicio de la semana.
Al desagregar la oferta, el PIB tuvo un crecimiento de 0.8 por ciento, mientras que las importaciones de bienes y servicios avanzaron 2.2 por ciento trimestral.
Por el lado de la demanda global, la formación bruta de capital fijo, que mide el comportamiento de la inversión utilizada en el proceso productivo, se aceleró y repuntó 6.5 por ciento a tasa trimestral, en tanto que el consumo privado, principal componente de la demanda, creció 1.0 por ciento.
Por su parte, el consumo de gobierno se incrementó 0.9 por ciento y las exportaciones de bienes y servicios se contrajeron 3.1 por ciento.
El aumento significativo de la inversión fue resultado del disparo en la construcción no residencial, así como del dinamismo que mantiene el gasto en maquinaria y equipo de origen importado.
El componente no residencial de la construcción está teniendo un crecimiento sin precedentes, asociado a la contribución de la inversión en las obras públicas insignia de esta administración, que ciertamente han generado sobrecostos.
A su vez, el gasto de inversión en maquinaria y equipo de origen importado no sólo aceleró su ritmo a tasas de doble dígito, sino que ya se sitúa en su máximo nivel histórico, en respuesta –en buena medida– a la apreciación relativa del peso mexicano.
La expansión trimestral que exhibió la inversión total en el periodo abril-junio fue producto de un incremento de 5.1 por ciento en la inversión pública y de 6.5 por ciento en la privada.
El observatorio económico México, ¿cómo vamos? destacó que “luego de alcanzar un nivel máximo en el cuarto trimestre de 2016, la inversión se debilitó y hasta el segundo trimestre de 2023 logró superar el último pico, después de más de seis años de rezago”.
El rezago acumulado en la inversión física fue uno de los principales factores que restaron impulso al crecimiento de la economía en los últimos años.
Lo que llama mucho la atención es que, entre enero y junio, la inversión fija bruta acumula un crecimiento sin precedente de 17.9 por ciento anual, con lo que alcanzó un nuevo máximo histórico.
Aunque fue impulsada por todos sus componentes, se registró un avance acumulado de 15.8 por ciento en la inversión pública y de 18.1 por ciento en la inversión privada, siendo esta la mayor expansión anual para un primer semestre desde 1998.
Esto es significativo porque, de acuerdo con México, ¿cómo vamos, la inversión privada explica el 90.2 por ciento de la formación bruta de capital fijo total, de manera que el restante 9.8 por ciento es generado por la inversión pública.
Sin embargo, muchas obras en construcción se realizan con inversión público-privada, ya sea una combinación de ambas o como fuente complementaria una de otra.
En los Criterios Generales de Política Económica, documento integrado al Paquete Económico para 2024, se anticipa que para los siguientes meses de 2023, al menos tres elementos contribuirán al aumento de la inversión en construcción:
“La finalización de la mayoría de los proyectos de infraestructura pública en el país, una mejora en la perspectiva sobre la rentabilidad de las inversiones con la reducción de los costos de materiales para la edificación, y la relocalización de empresas” o nearshoring.
Adicionalmente, la menor escasez de insumos clave para la producción de equipo de transporte beneficiará a la inversión en ese segmento, apunta.
Como dice México, ¿cómo vamos?, fomentar mayores niveles de inversión productiva en el país resulta en uno de los principales motores de crecimiento de la actividad económica:
“La inversión en México cargó con estragos que iniciaron antes de la crisis ocasionada por la pandemia de Covid-19. El repunte observado en el segundo trimestre de 2023 debe ser sostenido para impactar en la calidad de los empleos y la competitividad de la economía mexicana en el mediano y largo plazo”.
Ahora necesitamos cambiar la narrativa a la idea de que, si bien hay grandes retos asociados con la gobernanza y las condiciones de inseguridad, puede y debe haber una aceleración de las inversiones en México por la relocalización de empresas y la finalización de los proyectos de infraestructura pública.