¿Qué tanto se refleja ya el proceso de relocalización de las cadenas de valor en México?
El fuerte impulso de la inversión proveniente de la maquinaria y equipo, pero sobre todo de la construcción no residencial, es lo que mejor refleja el fenómeno de nearshoring.
Como se recuerda, el INEGI informó que en agosto pasado, la inversión productiva en el país creció 3.1 por ciento mensual, lo que representa una aceleración después de avanzar 0.7 por ciento en julio.
Con el dato de agosto, la inversión ligó 14 meses con crecimientos mensuales, su mejor racha desde 1993, cuando inició la serie.
Comparado con el mismo mes de un año antes, agosto de 2022, la inversión repuntó a una tasa de 31.5 por ciento anual, su mejor avance desde mayo de 2021 y el undécimo mes al hilo con incrementos de doble dígito.
La expansión en agosto se dio gracias, nuevamente, al desempeño de la inversión en la construcción, que creció 5.2 por ciento mensual y 47.4 por ciento anual, donde el componente no residencial saltó 10.9 por ciento en el mes y se disparó 96.2 por ciento en los últimos 12 meses.
La inversión en maquinaria y equipo registró un alza de 0.9 por ciento respecto a julio previo, pero anotó un avance de 15.9 por ciento contra agosto de 2022.
De lo anterior se desprende que la inversión en construcción no residencial, que ya se posicionó como el rubro más dinámico, es la que más se ha visto beneficiada por el fenómeno de relocalización.
De acuerdo con Citibanamex, el repunte de la inversión fija continúa apuntalado por la construcción no residencial, la cual “consideramos se asocia a los proyectos prioritarios de la administración federal y, en cierta medida, a la materialización de nearshoring”.
Citi Research, en una extensa nota especial de sus economistas Rodolfo Ostolaza y Ernesto Revilla, concluye que “se está acumulando más evidencia anecdótica a nivel sectorial y regional” del impacto del nearshoring en la economía mexicana.
Después de analizar cuánto del dinamismo reciente de la economía se debe a la relocalización, los analistas subrayan que “el nearshoring es una ganancia neta para México, pero no será transformador” en términos de crecimiento adicional del PIB.
Además, hay dos preocupaciones principales que limitan el efecto positivo del nearshoring en la economía mexicana: la percepción de obstáculos a corto plazo, y la falta de una estrategia coherente a nivel federal para atraer relocalización y eliminar las limitaciones vinculantes.
Sobre los riesgos relacionados con los ‘cuellos de botella’, refieren el deterioro en el suministro de electricidad a la industria, las medidas de estrés hídrico para el norte del país y la formación de capital humano ante la mayor demanda de trabajadores altamente capacitados, entre otros factores como los problemas logísticos.
En opinión de Ostolaza y Revilla, “el gobierno federal no ha mostrado una visión única y coherente para promover el nearshoring”.
El documento no hace mención de que, el mes pasado, el gobierno anunció un paquete de incentivos fiscales con el fin de aprovechar la ola de relocalización.
En la segunda semana de octubre emitió un decreto para impulsar las inversiones que se generen por nearshoring en diez sectores estratégicos de la economía.
Por cierto, decreto sobre el que se han emitido varias alertas por parte de analistas y expertos en comercio, en el sentido de que sus beneficios fiscales podrían entrar en conflicto con lo dispuesto por el T-MEC y las reglas de la OMC.
Consultado por este reportero, Ernesto Revilla, economista en jefe de Citi Research para América Latina, dice que en el equipo que encabeza “creemos que hacia delante el impacto (del nearshoring) va a ser de entre 0.3 y 0.5 puntos porcentuales por año para que México, en vez de crecer 2.0 por ciento –considerado el crecimiento potencial del PIB– en los siguientes años, crezca más cerca de 2.3 o de 2.5 por ciento”.
El experto dice que él lo resume así: “el nearshoring sí está beneficiando a México, sí lo va a seguir beneficiando en los próximos años, pero de una manera acotada”.
En pocas palabras, citando el estudio de Citi Research, “las perspectivas son cautelosamente optimistas”.