Los recientes ataques en el Mar Rojo, una ruta marítima crucial para el comercio mundial, podrían desencadenar una segunda ola de inflación a nivel global, pero ahora en 2024, dos años después de la de 2022.
Al cierre de la semana, Estados Unidos y Reino Unido bombardearon varios objetivos militares vinculados a los rebeldes hutíes en Yemen, después de que este grupo respaldado por Irán desafiara la advertencia de dejar de atacar barcos comerciales en el Mar Rojo.
Los ataques a embarcaciones con contenedores durante el conflicto entre Israel y Hamás, pueden afectar al menos un 10 por ciento del comercio mundial.
Los bombardeos aéreos realizados por los aliados, supuestamente fueron lanzados para proteger el transporte marítimo que transita por el Mar Rojo, alrededor del 12 por ciento del total mundial, que se ha visto interrumpido por los ataques de los hutíes a buques mercantes de más de 50 países desde diciembre.
Los ataques han generado preocupación por el flujo de petróleo y gas, cereales y materias primas a través de esta importante arteria del comercio mundial.
Pero también han provocado un aumento en los costos de los envíos internacionales por los buques que transitan por la zona, así como en los seguros de las embarcaciones.
Se estima que desde el inicio de los ataques más de 2 mil barcos tuvieron que suspender sus tránsitos en la zona o desviarse por otras rutas más largas para evitar el Mar Rojo, clave para el transporte masivo de energéticos y mercancías.
El agravamiento de las tensiones geopolíticas representa uno de los mayores riesgos globales en términos de la prolongación de las presiones inflacionarias.
Las mayores preocupaciones por el conflicto en Medio Oriente incrementan la incertidumbre sobre los precios de las materias primas, en especial de los energéticos.
Esto puede revertir los avances en el proceso desinflacionario a nivel mundial, sin contar que en Estados Unidos la inflación sorprendió al alza en sus lecturas de diciembre.
La inflación general anual en la economía estadounidense, medida por el índice de precios al consumidor, avanzó más de lo esperado a finales de 2023, pues aumentó de 3.1 por ciento en noviembre a 3.4 por ciento en diciembre.
Ello ante los altos costos de la vivienda, la electricidad, la gasolina y los seguros de vehículos motorizados.
Esto llevó a los analistas a replantear cuándo la Reserva Federal comenzará a recortar las tasas de interés, mostrándose ahora no tan seguros de que esto ocurra tan pronto como en marzo.
La variación anual del componente subyacente, que excluye los precios más volátiles, se replegó de 4.0 a 3.9 por ciento de un mes a otro, pero se esperaba que descendiera a 3.8 por ciento.
La inflación en EU permanece en niveles superiores al objetivo de 2 por ciento de la Fed, que según algunos analistas podría alcanzarse en un lapso de uno a dos años.
En México, la inflación general alcanzó un mínimo en octubre, pero repuntó tanto en noviembre como en diciembre para alcanzar al cierre de 2023 una tasa anual –con redondeo de cifras– de 4.7 por ciento.
Quiere decir que la economía mexicana tiene 1.3 puntos más de inflación general que la estadounidense.
Y si se compara el componente subyacente, que aquí cerró el año en 5.1 por ciento, México tiene 1.2 puntos más de inflación que EU.
En términos de convergencia, el Banco de México sigue anticipando que la inflación alcanzará la meta de 3 por ciento anual en el segundo trimestre de 2025.
Sin embargo, el camino está lleno de baches y no será fácil alcanzar las metas de inflación de los bancos centrales en México y EU.