El reciente episodio de elevada aversión al riesgo sobre México, asociado al nuevo escenario político que dejaron las elecciones para diputaciones federales y senadurías, es contrario a la confianza de los agentes económicos e inversionistas extranjeros en el país.
Kathryn McLay, presidenta y CEO de Walmart Internacional, se reunió esta semana con la virtual presidente electa, Claudia Sheinbaum, para conversar sobre los 34 mil 500 millones de pesos que la minorista tiene contemplados invertir este año en México.
La inversión de la minorista dueña de Bodega Aurrera y Sam’s representa un incremento de 19.4 por ciento anual y pone el foco en su expansión, pues casi la mitad está destinada a la renovación de tiendas actuales y 30 por ciento a nuevas ubicaciones.
Días antes de la conversación con McLay, Sheinbaum sostuvo una reunión con representantes de BlackRock, encabezados por Sergio Méndez, su director general en México.
BlackRock es una de las firmas de gestión de activos más importantes en el mundo, pues maneja 10.5 billones de dólares a nivel global. Un administrador de activos es una empresa que ayuda a las personas a invertir en los mercados de capitales.
“Están comprometidos y entusiasmados con incrementar los proyectos de inversión en México”, publicó Sheinbaum en sus redes sociales tras la reunión.
Desde que ganó la elección presidencial, se ha reunido con los representantes de esas dos grandes empresas internacionales.
BlackRock administra 107 mil millones de dólares en el país. A través de los fondos de inversión administrados por esta firma y distribuidos por Citibanamex, gestiona 42 mil millones de dólares.
Entre otros negocios, ha traído 55 mil millones de dólares de inversionistas extranjeros a México, que representa la cuarta oficina más relevante de BlackRock en el mundo.
Le puedo asegurar que BlackRock tiene una alta confianza en el potencial de crecimiento de México a largo plazo.
Larry Fink, presidente y director general de BlackRock, es un convencido de México, pero también el Comité Ejecutivo Global de la firma, integrado por unos 20 miembros, incluido Fink, tiene mucha convicción en el país.
El mundo enfrenta episodios de volatilidad asociados a choques geopolíticos y condiciones climáticas adversas.
El panorama para la actividad económica mundial sigue sujeto a una elevada incertidumbre por las guerras en Ucrania y Medio Oriente, a lo que se suman las tensiones diplomáticas de Estados Unidos y occidente con Rusia y las comerciales de EU con China.
Desde la perspectiva de BlackRock, esto pone a México en un gran escaparate para aprovechar las oportunidades de inversión que representa el fenómeno de la relocalización o nearshoring ante su posición geográfica y condiciones macroeconómicas.
El reto es traer partes o líneas enteras de producción o servicios, asumiendo que México ya no es sólo un país manufacturero, sino un lugar para el desarrollo de infraestructura, incluida la tecnológica para centros de datos.
En esa medida el país se beneficiará del nearshoring, como lo sugieren los anuncios de inversión realizados en los últimos meses y que al cierre de mayo superan los 39 mil millones de dólares, que se espera ingresen al país en los próximos dos o tres años.
Lo que BlackRock advierte de la próxima presidenta y su equipo de transición es que se reconoce la necesidad de invertir entre el sector público y privado para el desarrollo de nuevos proyectos.
La depreciación y volatilidad exacerbada que experimentó el peso mexicano en las últimas dos semanas tienen sustancia y no gustan, pero el hecho de que haya cierta continuidad en la Secretaría de Hacienda con Rogelio Ramírez de la O es una buena señal.
A fin de cuentas, el tipo de cambio no es una variable de popularidad de nadie ni de nada. Sólo es un precio que mide flujos.