El programa de bancarización para apoyar a los migrantes y sus familias, anunciado el lunes pasado por la Secretaría de Hacienda, el Banco de México y la Asociación de Bancos de México, debilita la reforma a la Ley de Banxico en materia de compra de divisas en efectivo, pero no desactiva sus riesgos.
La reforma, aprobada en diciembre por el Pleno del Senado y cuya discusión legislativa en la Cámara de Diputados se pospuso para este mes, obligaría al Banco Central a comprar los dólares excedentes de los bancos, con el potencial riesgo de vulnerar su autonomía y comprometer su reserva internacional.
De aprobarse la propuesta de reforma en sus términos, Banxico tendría que recibir los dólares en efectivo que los bancos capten por transacciones principalmente relacionadas con remesas y que no puedan colocar en México ni repatriar al país de origen de esos recursos, esencialmente Estados Unidos.
El programa de bancarización de las remesas en efectivo se considera una mejor opción de solución a la problemática sobre el uso de dólares en efectivo en el país que la iniciativa para modificar la Ley de Banxico, que podría representar un riesgo para los mercados financieros.
Si la reforma se aprobara en la Cámara de Diputados, probablemente se presentarían nuevos episodios de volatilidad del peso y depreciación cambiaria, que podrían ejercer presiones inflacionarias y desviar la inflación de la meta de Banxico.
En ese sentido, ¿enviará Banxico un mensaje de prudencia en términos de su postura monetaria? ¿O retomará el ciclo de recortes en la tasa de referencia en su decisión de política monetaria de mañana, que será la primera del año?
De acuerdo con los analistas y operadores de mercados financieros, las bajas en la tasa de interés reiniciarán ya.
Hasta antes del reporte de inflación en enero, que publicó el Inegi ayer muy temprano, las expectativas del consenso de los analistas encuestados por Citibanamex y Bloomberg anticipaban un recorte de 25 puntos base en la tasa de referencia para llevarla a 4.0 por ciento en la reunión de política monetaria de esta semana.
En el anuncio del 12 de noviembre, la Junta de Gobierno de Banxico decidió por mayoría mantener la tasa en 4.25 por ciento y declaró una 'pausa' en el ciclo de relajamiento monetario.
Según el Banco Central, la pausa ofrece "el espacio necesario para confirmar una trayectoria convergente de la inflación a la meta".
No obstante, la 'cuesta de enero' no permitió confirmar una tendencia decreciente de la inflación general, que en el primer mes del año repuntó a 3.54 por ciento anual desde 3.15 por ciento en diciembre presionada por las alzas en los precios de las gasolinas y del gas LP.
Si los recortes en la tasa se reanudan mañana, la pausa sólo se habría mantenido en la reunión de diciembre pasado y no se prolongará más tiempo.
La decisión apunta a ser dividida una vez más, pues en diciembre dos miembros de la Junta de Gobierno, Gerardo Esquivel y Jonathan Heath, consideraron necesario un recorte de 25 puntos base en la tasa de interés.
Incluso Heath votó en el mismo sentido desde la decisión de noviembre para "seguir el ciclo a la baja hasta donde sea posible" ante la profunda caída de la actividad económica en México por efecto de la pandemia.
Desde enero hay una nueva composición en la Junta de Gobierno por la incorporación de Galia Borja, cuya postura podría ser coincidente con la de Esquivel y Heath.
Pero para el anuncio de mañana, tampoco hay que descartar que Banxico mantenga inalterada la tasa de referencia.
El reinicio del ciclo de relajamiento ya no parece inminente. Veremos.