Dinero, Fondos y Valores

Emerge el nuevo ‘petróleo’ mexicano

La industria automotriz mexicana se ha posicionado entre las más competitivas del mundo por ser la tercera mayor exportadora de vehículos y la cuarta de autopartes.

En julio pasado, las exportaciones mexicanas de mercancías mantuvieron continuidad en su recuperación ante la reapertura de la economía estadounidense.

El Inegi reportó que las ventas al exterior de mercancías no petroleras de México crecieron 10.2 por ciento mensual en julio, impulsadas principalmente por la aceleración de las exportaciones automotrices.

Julio Santaella, presidente del Inegi, destacó que "con su fuerte crecimiento en julio -de 39 por ciento mensual- las exportaciones automotrices mexicanas alcanzaron niveles cercanos a los observados antes de la emergencia sanitaria por Covid-19".

En julio alcanzaron un monto de 11 mil 572 millones de dólares, después de que en marzo llegaron a sumar 12 mil 622 millones, por lo que se ubican ya cerca de los niveles previos a la pandemia.

De acuerdo con Santaella, las ventas externas automotrices mexicanas "han sido uno de los flujos comerciales más dinámicos en el último bimestre, por lo que han incrementado su participación en el total de las exportaciones no petroleras de 27.1 por ciento en el periodo enero-mayo a 28.2 por ciento en enero-julio".

Dada su notoria recuperación, algunos analistas ya se refieren a las exportaciones automotrices como el nuevo 'petróleo' mexicano, que no está en el subsuelo.

El cambio de ritmo fue evidente a partir de junio como resultado de la reanudación de la operación en las empresas armadoras y de autopartes establecidas en el país.

El sector automotor está llamado a ser uno de los motores de la recuperación económica de México, como lo fue en las crisis de 1995 y 2008-2009.

La industria automotriz mexicana se ha posicionado entre las más competitivas del mundo por ser la tercera mayor exportadora de vehículos y la cuarta de autopartes.

México es uno de los principales fabricantes de vehículos ligeros que se exportan principalmente a Estados Unidos dada su cercanía geográfica y la integración de mercados en América del Norte.

De ahí que la industria automotriz mexicana jugará un papel clave en el T-MEC, que entró en vigor el 1 de julio para sustituir al TLCAN de 1994.

El reto es que las cadenas de suministro en el sector automotor se ajusten a los nuevos requisitos en términos de porcentajes de contenido regional y reglas de origen, si bien se contempla un régimen de transición alternativo.

En un plazo de tres años, 75 por ciento del contenido de un auto deberá provenir de la región de Norteamérica. En el TLCAN, el valor de contenido regional era de 62.5 por ciento.

Las nuevas reglas de origen obligan a que 40 por ciento del valor de un vehículo se produzca en plantas que paguen salarios, al menos, de 16 dólares estadounidenses por hora.

Además, se estableció un plazo de siete años para que 70 por ciento del acero en autos sea originario de la región.

Las reglas del T-MEC se consideran restrictivas para la industria automotriz mexicana, pero podrían abrir una ventana de oportunidad para atraer inversión a México por parte de fabricantes de autos eléctricos o de marcas sin presencia en el país.

La reconfiguración de las cadenas globales de valor, que se vieron interrumpidas por los efectos de la pandemia, puede favorecer la integración comercial en América del Norte y beneficiar a México a través de una mayor inversión.

Sobre todo si, derivado de las tensiones comerciales entre EU y China, empresas estadounidenses mueven su producción y operación chinas a México.

Lo que falta es recuperar y generar confianza en el país.

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