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Empieza el ‘cobro de factura’ en la economía

Los últimos datos muestran que la desaceleración de la actividad económica es evidente, la producción industrial está en contracción, hay pérdida de empleos formales y un flujo de remesas menor.

En México, la desaceleración de la actividad económica es evidente en prácticamente todos los indicadores.

Además, ya 'cobra factura' sobre la producción industrial y, en particular, el sector construcción, que muestra notorias señales de debilitamiento.

A finales de 2018 la actividad industrial mexicana entró en un proceso de contracción, pero fue durante el primer semestre de este año cuando la caída se profundizó.

El viernes se informó que la producción industrial registró en junio una recuperación parcial al crecer 1.1 por ciento en términos reales respecto a mayo, cuando había caído 2.5 por ciento mensual.

A su interior, crecieron sus cuatro componentes por primera vez desde enero pasado, según reportó el Inegi.

Pero en su comparación anual, también con cifras desestacionalizadas, la actividad industrial retrocedió 2.1 por ciento y ligó ocho meses en contracción.

Eso se explica principalmente por la caída de 5.8 por ciento en la minería, que acumuló nueve meses en terreno negativo por la menor extracción de petróleo y gas, y de 6.2 por ciento en el sector de la construcción.

Las industrias manufactureras registraron un crecimiento anual de 0.8 por ciento, inducido de alguna manera por la producción de exportación en el sector automotor.

Sin embargo, la producción de la industria automotriz para el mercado nacional ya ligó tres meses consecutivos por debajo de las unidades armadas en mayo, junio y julio del año pasado.

El mercado automotor en México está en virtual 'punto muerto' debido al crecimiento económico más débil, lo cual sugiere que continuarán los menores volúmenes de venta de autos en el país.

De vuelta a la producción industrial, su caída puede verse de otra manera: en el segundo trimestre de 2019 disminuyó 1.9 por ciento en términos anuales y con cifras desestacionalizadas, cuando en los tres meses previos había registrado una contracción promedio de 1.5 por ciento anual.

Y un poco más atrás, en el último trimestre de 2018 declinó 1.1 por ciento en promedio anual.

Es evidente que la caída de la actividad industrial se agudizó y aceleró en los últimos meses.

El deterioro de la producción industrial ha contribuido a la pérdida de empleos formales.

"La creación de empleo formal se ha desacelerado debido al bajo dinamismo de la economía, presentando una tasa anual de crecimiento de 2.4 por ciento en promedio durante los primeros seis meses del año, que es el ritmo más bajo desde 2010", señala BBVA Research en su más reciente reporte Situación México.

Pero advierte que "el ritmo de creación de empleo formal continuará desacelerándose" ante "las expectativas de bajo crecimiento de la economía para lo que resta del año".

Si bien en 2019 ha habido mejores incrementos salariales que en otros años en la economía formal, en algunos sectores la productividad no ha crecido al mismo ritmo.

En otra pista, las remesas familiares –sostén de 1.6 millones de hogares– se mantienen en niveles históricamente altos, pero tienden a perder fuerza y en junio registraron su primera contracción anual desde marzo de 2016.

El efecto de la pérdida de empleos formales y de un flujo de remesas menor anuncia que se debilitará el consumo de los hogares y minará aún más la actividad económica.

El 'cobro de factura' seguirá.

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