Más que nunca, los países y las empresas petroleras enfrentan presión por parte de la sociedad civil, sus accionistas y el público en su conjunto para desviar las inversiones a futuro, de los combustibles fósiles a las energías limpias.
No es un proceso fácil debido a que requiere de inversión en nuevos desarrollos tecnológicos para la descarbonización y nuevas estrategias de negocio. Al mismo tiempo, sigue existiendo una fuerte demanda por combustibles fósiles para varios sectores, incluyendo el eléctrico e industrial, por lo que será necesario mantener niveles de producción de petróleo y gas natural que permitan suministrar la demanda sin que se disparen los precios para el consumidor final.
Lograr mantener las inversiones en producción y exploración de proyectos nuevos para traer nuevos hidrocarburos al mercado, mantener estabilidad en los precios mientras se traza una nueva ruta hacia la descarbonización es todo un reto. Los países y compañías que logren trazar la ruta de manera gradual y estratégica sin comprometer sus finanzas en el camino serán las mejor posicionadas en la transición energética.
Aprovechar los ingresos del petróleo para invertir en el desarrollo de nuevas tecnologías que ayuden a suministrar energía con menos intensidad de carbono y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo de la cadena de valor se ha convertido en parte fundamental de la estrategia para transitar a emisiones netas cero para 2050.
Los países con mayor producción y reservas de hidrocarburos a nivel global, incluyendo a Arabía Saudita, EU y Canadá, han sabido administrar los ingresos del petróleo para su desarrollo y están utilizando parte de esos recursos económicos para avanzar en la implementación de una política energética enfocada a la descarbonización. Mientras tanto, México ha decidido cancelar futuras rondas petroleras y subastas eléctricas, desperdiciando su potencial energético y a su vez la captación de mayores ingresos para el Estado provenientes del sector petrolero.
Mientras México desaprovecha sus recursos energéticos, otros países ganan ventaja posicionándose como líderes en la transición energética y fortaleciendo su economía al volverse más atractivos para la inversión privada.
Brasil tendrá dos rondas petroleras este año, la primera con un modelo de concesión y la segunda con un modelo de transferencia de derechos. El país latinoamericano espera atraer a las grandes petroleras a nuevos proyectos en aguas profundas que emplearían tecnología de extracción baja en carbono en sus reservas de presal en aguas profundas.
Canadá está invirtiendo en proyectos de energía renovable y captura de carbono mientras sigue invirtiendo y desarrollando sus amplios recursos de petróleo y gas natural, incrementando el uso de energía renovable. Rachel McCormick, cónsul general de Asuntos Globales de Canadá, mencionó esta semana en el Offshore Technology Conference en Houston, que aproximadamente 75 por ciento de la tecnología de energía limpia de Canadá proviene del sector de petróleo y gas.
El desmantelamiento de la reforma energética por parte de la administración de Lopez Obrador ha propiciado un ambiente de incertidumbre por el cambio de reglas. La visión nacionalista para el sector energético que se basa en favorecer a las empresas estatales CFE y Pemex desincentiva la competitividad e inhibe la innovación en detrimento de la transición energética y modernización del país.
México fue el primer país en desarrollo en presentar un compromiso climático en la Conferencia Climática de París en diciembre de 2015, previo a ratificar el Acuerdo de París un año después. Hoy bajo la administración de López Obrador, estas metas pareciera quedarán incumplidas por falta de voluntad política.
Al mismo tiempo, esta administración ha aumentado el riesgo de que un alto porcentaje de reservas de gas y petróleo queden obsoletas debido a que no han sido asignadas para su desarrollo y, con ello, el costo de oportunidad de no utilizar los ingresos del petróleo, mientras son relevantes para apalancar el desarrollo de nuevas estrategias de negocio en el sector energético y su descarbonización.