El hidrógeno jugará un rol importante como combustible de transición. Ayudará a aumentar la oferta energética baja en carbono en un contexto global donde la demanda energética seguirá creciendo durante las próximas décadas y será cada vez más importante el origen de la misma. El crecimiento de la demanda vendrá principalmente del sector eléctrico.
El requerimiento energético será diferente en cada país, como lo es ahora. Se estima que los países con compromisos ambientales como Japón y varios países en Europa, así como empresas del sector privado, opten por combustibles que les permitan descarbonizar su mix energético, para ser más competitivos y alcanzar sus compromisos ambientales. Sin duda, esta ambición trae retos importantes, pero también crea nuevas oportunidades.
La invasión de Rusia en Ucrania en febrero del 2022, ha hecho que varios países del occidente apliquen sanciones a las importaciones de energía de Rusia y busquen alternativas de suministro energético, elevando la competencia por el gas natural e incrementando los costos.
En el corto plazo a manera de respuesta urgente por parte de varios países, sobre todo economías emergentes en Asia, el carbón por su disponibilidad doméstica y menor costo ha sido la solución inmediata para mantener las luces encendidas. Varios países incluyendo a la India, han priorizado la seguridad energética sobre la transición energética.
Durante la próxima década, se espera que con mayor desarrollo tecnológico y capacidad instalada, las energías renovables intermitentes y variables puedan suministrar un mayor volumen de generación eléctrica. A su vez, el hidrógeno también se posiciona para ser una fuente de energía importante para reducir las emisiones de dióxido de carbono y garantizar un suministro energético confiable. El mercado del hidrógeno aún está en una etapa incipiente. Factores como su adaptación y uso doméstico, logística, transporte y competitividad en comparación con otros energéticos aún no están definidos. Sin embargo, varios países con visión a largo plazo ya se han posicionado para ser líderes en la industria del hidrógeno, tanto como exportadores como importadores. Estos países incluyen a Chile, Japón, Arabia Saudita y Australia.
Chile y Japón, economías dependientes de las importaciones de energéticos por su tipo de geología, ya tienen una estrategia definida del hidrógeno. Chile, al tener una capacidad sustancial de generación con base de energía renovable tiene el objetivo de ser exportador de este combustible y ya cuenta con más de 40 proyectos relacionados al hidrógeno.
A su vez, la visión de Japón está orientada a ser importador del hidrógeno. Entre otros proyectos en Japón, en Tokyo, Panasonic en conjunto con otras empresas, están desarrollando un conjunto residencial de 18 hectáreas denominado Harumi Flag, que utilizará el hidrógeno como insumo principal de energía y se estima será finalizada su construcción el próximo año. El sector transporte en Japón ya incorpora el hidrógeno como combustible.
Dependiendo de su perfil energético y estrategia de política energética, las diferentes economías del mundo se posicionan en el mercado del hidrógeno. Arabia Saudita, uno de los mayores productores de hidrocarburos del mundo, está en el proceso de diseñar su estrategia del hidrógeno que tendrá enfoque en la exportación del hidrógeno azul y verde a economías como Japón y Corea.
México por sus abundantes recursos energéticos y posición geográfica, así como infraestructura existente de gas natural en los puertos puede aprovechar esta ventaja competitiva teniendo una visión global y a mediano-largo plazo. Debido a que el mercado aún está en una etapa incipiente, México puede desde ahora aprovechar el momentum del nearshoring y pensar no solo en producir energía limpia para consumo doméstico sino pensar en exportar el hidrógeno al mercado global y ser de los primeros países en entrar al mercado como exportador de este combustible del futuro.