Giant Step es uno de los más grandes discos de jazz de la historia. John Coltrane a la par que grababa otro enorme disco, Kind of Blue, lo compuso y grabó. Desde entonces y hasta la fecha es referente e inspiración para muchos jazzistas de todo el orbe, como el jalisciense Diego Franco, quien lo escuchó por primera vez en su adolescencia y quedó no solo enamorado del jazz, sino que fue en ese momento que decidió ser músico, jazzista y no zoólogo.
Desde joven, Diego se involucró primero en la música tradicional mexicana y posteriormente y con fuerza en la escena del jazz de Guadalajara, en donde comenzó a cosechar reconocimiento de sus compañeros. Posteriormente, por ahí del 2012, vino a radicar a la Ciudad de México, en donde continúo sus estudios con profesores particulares y participando en la escena capitalina.
Luego de grabar y participar en varios proyectos, Chilacantongo (2015) fue su primer material como líder, en donde deja en clara evidencia la fuerte influencia del jazz en sus diferentes corrientes, que van de un delicioso y bien logrado bop, mezclado finamente con un jazz contemporáneo, que sin proponermelo me hace recordar a Joshua Redman.
No obstante a este primer buen disco, las inquietudes de Diego Franco –uno de los integrantes fundadores de la Orquesta Nacional de Jazz de México–, se dirigieron a la exploración de sonidos mexicanos y latinoamericanos, con una comunión con la improvisación y el jazz. Es así como comienza a trabajar en Friego, proyecto colaborativo de Diego, en el que se acompaña de amigos como Leika Mochán, Gustavo Nandayapa, Vico Díaz, Misha Marks, Eugénie Jobin, Zindu Cano, Kevin García, Jacob Wick Rosario Cornejo y Miguelito Cruz.
La idea de Pulpa y Culpa, nombre del disco de Friego, parte de su gusto por la música tradicional mexicana y por la canción latinoamericana. De familia de músicos, desde niño estuvo expuesto a dos corrientes, la música tradicional con su papá, con quien tocó y la música clásica, por su hermana y por las clases de piano que tuvo a los 7 años.
Con este antecedente no resulta extraño el resultado sonoro de Pulpa y Culpa. Los vientos, en algunos temas tienden más a una chilena de la costa chica de Guerrero, en otras ocasiones van hacia el son o el huapango y sin excepción en cada tema hay espacio para la improvisación.
Otro elemento fundamental en Friego son las letras. Diego quería expresar desde hace tiempo, más allá de la música que compone, sus pensamientos y reflexiones en torno al mundo que vivimos; y en Pulpa y Culpa lo concretó de manera poética. En Lamento, Diego habla de los desaparecidos y el horror por la incertidumbre y la desesperación que viven los familiares de los cientos de miles de personas en esa condición. Pero no todo es oscuro, en Coalescencia (propiedad de las cosas para unirse o fundirse. RAE), en voz de Leika nos narra, de una manera un tanto científica, la probabilidad de que una nube con cierta carga de agua pueda precipitarse.
Diego Franco con su proyecto Friego da muestra de su talento y versatilidad. Chilacantongo y Pulpa y Culpa pueden ser de dos mundos distintos, pero al mismo tiempo es música que proviene del mismo espíritu, ese espíritu que busca conectar con el mundo y sus seres “a partir de lo que somos realmente” y Diego Franco es, como la gran mayoría, una fusión de experiencias y gustos musicales diversos.