Al norte de Mérida el mar rompe contra la costa en el municipio de Progreso, el puerto más importante de Yucatán. A lo largo de más de 40 kilómetros de playa se pueden contar cientos de casas y condominios que desde hace más de 100 años forman parte de la vida de los meridanos.
Durante Semana Santa y verano cientos de familias yucatecas disfrutan de este lugar y desde hace algunos años es el invierno el que recibe a vacacionistas canadienses, norteamericanos y europeos, que han encontrado en esta zona un refugio contra el frío que castiga a sus países de origen, en un paraíso similar a Los Hamptons neoyorkinos.
Su llegada ha generado un nuevo panorama para la zona, que destaca en el mapa del norte yucateco como una de las que mayor valor inmobiliario tiene en la región, con precios que alcanzan los 300 y 350 mil pesos por metro lineal en la zonas aledañas a los parajes llamados San Benito y San Bruno.
Víctor Esquivel Peniche, director de Prisma Edificadora, una de las empresas inmobiliarias que tiene condominios en la zona, relató cómo la región se ha convertido en un atractivo para extranjeros que buscan pasar días o meses en Progreso desde principios de este siglo, pero que para los yucatecos se trata de una tradición que se remonta a generaciones que vivieron entre las décadas de 1880 y 1890.
"Una tradición de nuestros abuelos (ir a las casas en playas de Progreso) en julio y agosto la clase media y alta va vivir dos meses y medio", recuerda Esquivel Peniche, que además de ser desarrollador en el área es nativo de Mérida y conoce bien lo que representa la zona costera para los yucatecos.
"Penthouse, una recamara, un baño, 293 metros cuadrados de superficie, precio 6 millones 788 mil 293 pesos", es el anuncio con el que se vende una propiedad en un condominio ubicado en Chicxulub Puerto, en el portal VivaAnuncios. El costo no parece sorprender a muchos de los que preguntan por ella en los comentarios de la publicación.
Similar a lo que ocurre en el área llamada 'The Hamptons' en el estado de Nueva York en Estados Unidos, la zona ahora es altamente cotizada y se convierte en el refugio de personas de alto poder adquisitivo que encuentran además de un lugar cálido para pasar los días, una alta actividad pesquera y de deportes acuáticos para satisfacer sus necesidades de entretenimiento.
A lo largo de la costa que inicia en el zona de Chelem se observan construcciones de uno o dos pisos, con espacios familiares, pequeñas piscinas o jacuzzis al frente, algunas de las cuales ya han sido remodeladas y adecuadas a estilos modernos.
Ahí se pueden encontrar propiedades considerablemente más baratas, casas de mil 302 metros cuadrados, con cochera con espacio para cuatro coches son ofertadas en un millón 400 mil pesos en la costa.
Es en esa área donde una colonia de amplia de canadienses ha establecido algunas viviendas que visitan de finales de noviembre hasta principios de marzo, fechas en que su país tiene poca actividad laboral o turística.
Algunos, la mayoría personas retiradas, ya tienen en el lugar un hogar permanente e incluso se han adaptado a la vida diaria del lugar.
"Han encontrado la Península para pasar los inviernos huyendo de las nieve y las bajas temperaturas", dice Esquivel Peniche, "también rentan propiedades aquí, eso le da a Progreso una oportunidad para crear infraestructura, crear un lugar de turismo de pesca".
Además de ellos, cientos de mexicanos que han tenido que salir de sus lugares de origen empujados por la violencia encuentran refugio en Mérida o en zonas de Progreso.
"Yucatán absorbe gente que viene huyendo de la inseguridad, violencia (...) hay un auge por la construcción".
El incremento en la edificación de casas en la ciudad causó que la costa también se viera beneficiada con mayor demanda para los periodos vacacionales.
Sitios y aplicaciones de renta de vivienda como Airbnb tomaron fuerza y ahora existen algunos condominios, principalmente en el área de Chicxulub Puerto, que son utilizados únicamente para renta a corto plazo.
Para quienes solo buscan conocer la zona y pasar un fin de semana junto a la costa, existen opciones de renta que van desde los 250 pesos en zonas más cercanas a Chelem y Puerto Progreso, hasta los mil 500 o 2 mil pesos por noche en el área de Chicxulub y Telchac, según opciones del sitio Airbnb.
Ahora, ante el incremento de la demanda, las construcciones se han extendido hacia el oriente, hasta San Bruno y San Benito aún en Chicxulub y al municipio de Telchac Puerto.
En algunos puntos, el metro lineal ronda los 400 mil pesos, según datos del constructor.
La naturaleza gana terreno
Hacia el otro extremo, al terminar el área comercial de la playa de Progreso, inicia Chicxulub Puerto, una zona donde están establecidos algunos los condominios más antiguos del área y que ha tenido problemas en años recientes con el avance del mar, que ha ganado terreno a la playa y obligado a muchos dueños de propiedades a frecuentar menos o simplemente abandonar sus propiedades.
"En el kilómetro 12 el mar ya está a 5 o 6 metros", dice el desarrollador inmobiliario, quien recuerda que esto sucedió paulatinamente. Junto con el problema actual de sargazo hace que actualmente esa área de varios kilómetros de longitud sobre la costa luzca abandonada.
Luego del retiro de los espolones (estructuras de madera que estaban destinadas a evitar la erosión de la playa) por causas ecológicas, gran parte de ésta desapareció.
Ahí, algunos grandes complejos han sido dejados en espera de que el mar los trague, pero metros atrás ya se construyen otras casas y departamentos, alejados del peligro.
En San Bruno, muchas de las edificaciones en proceso y algunas otras ya terminadas, no están cerca de la playa, se iniciaron a 120 metros de distancia de la costa, previniendo el mismo problema que causó el desamparo de sus predecesoras.
"Se construyen sobre pilastrones (pilastras), que miden un metro con 80 centímetros , así las están pidiendo ya", cuenta Ulises Mézquita Martínez, un carpintero y rescatista de barcos de la zona de Progreso.
Prefiere que le llamen "El Botellón" y tiene experiencia en todas las casas de la zona en las que hace trabajos de carpintería, pero también albañilería.
Las casas ahora son construidas sobre estos pilares que van a una profundidad considerable, dependiendo de lo cercano o alejado que esté de la costa, que además de darle seguridad a las nuevas viviendas la protegen del embate de huracanes que podrían provocar inundaciones en partes cercanas a la costa.
Con su experiencia, Ulises sabe que esas casas están preparadas para resistir mucho más ahora que los espolones que han sido retirados de la zona playera, ante la exigencia de las autoridades locales, lo que además le da más valor a las casas que son construidas con la nueva técnica.
Zona que crece en atractivo y costo
Aunque muchos siguen utilizando sus casas como lugares donde solo vacacionan en fechas de fiesta o durante algún fin de semana largo, otros han empezado a sumarse a las ventajas que la tecnología brinda compartiendo estancias largas con viajeros para mantener durante mucho más tiempo ocupadas las propiedades.
Otros más aprovechan el auge de la región y ofertan las casas dentro del pueblo, en áreas un poco más alejadas de la costa, en un precio promedio de 2.6 millones de pesos, según los datos de portales inmobiliarios como Propiedades.com, Trovit, Inmuebles24 y Lamudi .
En la costa, el promedio es de entre 5 y 6 millones de pesos, según estos mismos buscadores, pero alcanzan los 2 millones de dólares (unos 38.3 millones de pesos) por propiedades con 40 metros lineales de frente.
La mayor parte de estas propiedades se ubica a partir del kilómetro 16 y hasta el 35, zonas que no habían sido tan demandadas hasta recientes fechas.
"Ahora se construye entre 100 y 120 metros de la costa, la playa en algunos puntos ya está a 5 o 6 metros de llegar a las casas", dice Peniche que asegura que construir lejos de la playa les da mucho más años de seguridad para las construcciones.
Aunque la región aún no gana la fama nacional o internacional de otros puntos, conforme más personas sigan adquiriendo propiedades en la zona, los precios que continuarán en aumento.
Si desde hace décadas los yucatecos preferían su costa en lugar de cualquier destino europeo, ahora también los europeos lo hacen.