El etiquetado de recursos en la negociación de los presupuestos, en la etapa de los gobiernos divididos, ha generado un fenómeno de clientelismo presupuestario que no ha fortalecido la labor de control que debe llevar a cabo la Cámara de Diputados, aseguró el director de Integralia, Luis Carlos Ugalde.
Señaló que etiquetar recursos públicos se ha convertido en una práctica más atractiva para muchos legisladores, sobre todo porque se trata de la asignación de recursos con nombre y apellido.
El investigador sostuvo que cuando los legisladores pueden asignar libremente recursos millonarios, "se estimula el surgimiento de sobornos o los llamados 'moches', porque algunos alcaldes y gobernadores ofrecen recompensa a cambio de recibir mayor presupuesto".
Durante la presentación del libro La negociación política del presupuesto en México, 1997-2012: El impacto sobre la composición y ejecución del gasto público, que se realizó en el Senado de la República, Ugalde Ramírez aseguró que el gran problema del etiquetado no reside en su monto, sino en que "distrae la función de control presupuestario que debe llevar a cabo la Cámara de Diputados".
"Cuando el Congreso empieza la práctica de la etiquetación se genera una perversión, porque algunos diputados se concentran en gestionar recursos, algunos en cobrar comisiones, en lugar de garantizar que el presupuesto aprobado sirva para fomentar el desarrollo o combatir la pobreza", enfatizó.