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'Call me by your name': balada para un corazón roto

La cinta dirigida por Luca Guadagnino es un triste y bello recordatorio del primer amor.

Cuando Oscar Wilde fue llevado a juicio por su homosexualidad, latente en su vínculo con Bosie, un abogado le preguntó qué clase de amor era ese, a lo cual respondió que era "el amor que no osa decir su nombre". Hoy sabemos que lo tiene. Se llama Elio. Y se llama Oliver.

Quien crea que esta historia es sobre una pareja gay tiene la mira muy corta. Call me by your name, dirigida por Luca Guadagnino y con un precioso guión de James Ivory basado en un texto de André Aciman, es sobre el primer amor, ese que pudo ser más y no lo fue. Es una bella y conmovedora balada a los corazones rotos.

En el verano de 1983, Elio (magnífico Timothée Chalamet) tiene 17 años, y vacaciona como todos los años en compañía de sus padres en la villa que poseen en el norte de Italia a la cual llega también Oliver, (un varonil y prudente Armie Hammer) arrogante y sabelotodo alumno de su padre, para pasar allí el verano y terminar su doctorado.

En Call me by your name todos fuimos y somos Elio, porque a través de sus grandes y transparentes ojos, miramos cara a cara al amor, como sólo los adolescentes saben: con torpeza, dulzura y sobre todo, con infinito valor. El piano de fondo va al compás del corazón de su corazón: precavido y tímido al principio y llevando in crescendo su expactativa (y la de nosotros).

Todos somos y fuimos Elio porque con él, sentimos el anhelo y la confusión, pero también los nervios de ese primer roce de manos, la emoción de ese primer beso y la urgencia de llevarlo más allá; llevados por Elio y Oliver sentimos como espectadores una ansiedad casi física de que consuman su amor lo más pronto posible.

Y todos seremos Elio porque como él, sabemos de antemano que el verano y los amores no son para siempre... y aun así, estaremos dispuestos, como él, a inmolar el corazón, ése que siempre elegirá hablar a morir de amor.

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