Álvaro Henríquez saca el celular de uno de los bolsillos de su chamarra verde botella, desbloquea el dispositivo y me muestra el fondo de pantalla: la imagen en blanco y negro de su maestro Don Roberto Parra, a quien idolatra como si fuera un santo.
Parece que los ojos del cantante de Los Tres se colman de alegría cuando le pregunto sobre Roberto Parra, el músico que hizo de las cuecas un lenguaje para narrar la vida en Chile.
"Casi yo creo que tengo una devoción por Don Roberto. Para mí es como la devoción que sentiría un católico por un santo", asegura Henríquez.
Álvaro se emociona cual niño para volver a las épocas de La Regia Orquesta, por allá de 1988, y de las horas que pasaba tocando la guitarra con el Tío Roberto.
"Aprendí a cómo ver la música a cómo ver la vida. Fue una influencia muy grande. Yo tuve la fortuna de ser muy amigo de él. Nos veíamos toda la semana ahí en su casa. Tocábamos guitarra. Me enseñó muchas cosas. Don Roberto para mí es lo máximo", comenta con nostalgia Álvaro Henríquez.
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Cuando por primera escuché a Los Tres fue precisamente con su Unplugged de 1996, un disco que rescata algunas cuecas de Roberto Parra: 'El arrepentido', 'La vida que yo he pasado' y 'Quién es la que viene allí'; aquel trabajo prácticamente revivió un género que se consideraba muerto en Chile.
"En el Unplugged, en Miami, tocamos las cuecas y eso hizo en Chile que resurgieran y ahora hay muchos músicos cuequeros jóvenes que hacen esa música", recuerda Henríquez, "no es como aquí en México que el folclor está vivo siempre, en Chile no se da eso. La cueca estaba muerta, estaba sepultada y nosotros la hicimos resurgir".
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Roberto Parra, el hermano de Violeta Parra y de Nicanor Parra, y yo nos hicimos muy amigos y él me enseñó muchas cosas en guitarra, a tocar ritmos nuevos, me enseñó su poesía. En un momento yo era transcriptor de sus poemas."
La guitarra y los cantautores vivirán por siempre
Sin importar cuántos nuevos artistas aparezcan en la escena y se valgan del AutoTune o Pro Tools, aquello es incomparable al poder de una guitarra y la agudeza para narrar el pequeño cosmos del barrio y transmitirlo a los demás…
"Eso va a vivir por siempre porque eso viene desde la época de los juglares, donde llegaban con su laúd a los pueblos para informar a la gente de lo que estaba pasando. Ellos hacían canciones narrando lo que había pasado. Es lo más natural, lo más orgánico y humano tomar un instrumento y tocar", menciona.
Más allá de la nostalgia, Los Tres es un grupo que se ha nutrido de las nuevas generaciones: aquellos que de niños cantaban las composiciones de Álvaro Henríquez, hoy lo acompañan en escena.
"Incluir a estos músicos jóvenes fue una manera de salvar a Los Tres. La fórmula que teníamos antes ya estaba un poco gastada", comenta Henríquez, "lo mejor de esta situación es que ellos eran muy fanáticos de Los Tres desde que eran niños o sea eran muy jóvenes".
De Café Tacva a Los Tigres del Norte, Álvaro Henríquez halló la forma de armonizar la influencia mutua y manifestar una declaración de principios al ser apodado el 'Jefe de Jefes': se convirtió en un referente para la música chilena al tiempo que llevó a Los Tres a ser la gran agrupación de culto latinoamericana.
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"Yo creo que a mucha honra lo de ser un grupo de culto, porque es una manera también de comunicarse con la gente, que es distinta a la que si fuéramos mainstream."
Recordando un disco
En ese momento saco de la mochila un vinil, mi favorito quizá de la música en español, para mostrárselo a Álvaro. Se sorprende de que sea la versión en acetato del debut de la banda: Los Tres (1991). Sonríe de nuevo.
"Este disco de alguna manera representa la juventud y el entusiasmo que teníamos de hacer buena música, no música solamente por tocar música, sino que la música fuera, entre comillas, seria. Que fuera rock and roll, pero que tuviera contenido.
"Estoy muy orgulloso de este disco porque tiene canciones muy bonitas, muy buenas. Fueron canciones que yo hice a los 16 años, canciones de adolescente prácticamente", agrega.
De festivales, nueva música y catrinas
En marzo de 2019, Los Tres se presentaron en los 20 años del Vive Latino y en el festival Tecate Pa'l Norte de Monterrey; posteriormente, regresarán a Chile para dar algunos conciertos donde interpretarán el disco Fome (1997) y en algún momento entrarán al estudio para grabar un nuevo material que quizá podamos disfrutar en 2020.
"Me siento muy cómodo de cómo va evolucionando esta cosa de componer", menciona Álvaro Henríquez, "uno quiere hacer otro tipo de canciones manteniendo el amor que tiene por el rockabilly y por el rock, por la música psicodélica, pero se va ampliando otro poco".
Antes de despedirme de uno de mis más grandes héroes de la música le regalo una calaverita de cerámica, cuyos trazos azules le fascinan y promete que la colocará sobre su amplificador en sus presentaciones.
"Es muy maravilloso eso de integrar a la muerte como lo que es, es algo muy bonito que forme parte del folclor", agrega, "soy fan de las catrinas desde la primera vez que llegué acá además fue en la época de día de muertos. Ver que la gente se maquillaba fue fantástico. También tengo mi figurita de Malverde y otras cosas por ahí muy mexicanas".