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Charlie Monttana: el glamuroso rey del barrio pesado y de la raza

La música de Charlie Monttana sonorizó la vida de quienes nacieron y crecieron en las crisis económicas mexicanas, de quienes aún hoy en día salen a buscarse un sitio en la abrumadora voracidad citadina.

En las calles sin pavimentar, ahí donde las cascaritas duraban horas y solo se detenían para ir a beber directamente del grifo en la casa un vecino para luego volver a la contienda hasta que el sol menguara.

Esos días de ir a pepenar en bicla o de hacer una manda a la Basílica para que "me cumpla la Virgencita el milagrito".

Aquel día en que tu papá se empeñó en llevar a tu mamá y hermanas a la tocada de Charlie Monttana. Ellas gemelas recién nacidas bien cuidadas por las morrillas en chamarras de cuero, estoperoles y puntiagudos cabellos diciéndole a tu madre: "No hay pedo, carnalita, ¿qué te ofrecemos? Aquí te cuidamos entre toda la raza".

En esas fronteras entre la Ciudad de México y el Edomex, donde la crisis era de cada día, de cada año, de cada sexenio. Mexicanos que todos los días salen a ganarse unos pesos al ritmo de "Y que el sol me cubra de tu desamparo y me cubra del frío de la soledad".

Observando el agreste entorno de Ciudad Neza, Carlos César Sánchez Hernández (1963-2020) se abrió paso entre los exponentes del rock urbano. Su estilo glam venía heredado de grupos como Twisted Sister pero sin negar sus raíces bien del barrio… Porque ¿quién no se ha ido con sus greñas metaleras a "ver a los Tigres, a Límite y a los Tucanes, vestido de cuero negro para apantallar".

El Charlie se creó un arquetipo que le habla a esos mexicanos en el límite de quedarse en el viaje o darle para adelante para salir cómo sea; aquellos que hoy, se enfrentan a ese augurio del desempleo que podría alcanzar hasta a 1.4 millones de mexicanos, según los pronósticos del Banco de México (Banxico).

Monttana, un complemento para ese personaje de la cultura mexicana: cuando Scarface se lanza a bailar a un sonidero de la San Felipe. No conforme con eso se burlaba del rock más pasteloso de la época de los Teen Tops y pues si Angélica María era en su momento la novia del país, Charlie Monttanna era ese chavito de barrio peligroso, el vaguito de corazón neta, el que seguramente va a provocar el enojo de una madre tradicionalista: "Tu mama no me quiere, tu madre me odia y por más que le diga, le insista y le repita que te quiero, que yo sí te quiero, eso nunca nadie lo va a creer".

Este Vaquero Rocanrolero se ganó el respeto dentro del rock urbano, estuvo en la banda sonora de los madrazos que los Panchitos propinaban en las calles de Tacubaya.

Desde el undergroud surgió en los ochentas Discos y Cintas Denver, un sello discográfico mexicano que dio espacio a esos rockeros que ni de chiste iban a sonar en las estaciones comerciales. De ahí surgió Lira N' Roll, la Banda Bostik, Heavy Nopal y el propio Charlie Monttana. Durante esa década que observaba el ocaso del Muro de Berlín y a un Miguel de la Madrid que empezó con el dólar a 57 pesos en 1982, para acabar con una devaluación que alcanzó los 3 mil pesos por dólar.

A esas generaciones nacidas de la crisis les habló una forma de música libre de etiquetas, de envolturas plásticas; cantarle a la marginación no como una pena sino como una voz del barrio diciendo nosotros también contamos.

Ese rey del barrio, mucho antes de los Moderatto, se pitorreaba de Mötley Crüe y mientras los californianos le cantaban a los excesos de la fama, nuestro Dr. Hollywood decía yo soy el ídolo de los toquines masivos, mucho antes del Corona Capital o del Vive Latino, del Bordo a Tlalnepantla, del barrio de Tepito a la Bondojito.

Amo de la tarima en el Chopo, cuando era rigurosa etiqueta acudir entallados en pantalones de cuero y camisas de El Tri, de Ramones, a intercambiar discos para hallarte de frente con el Novio de México.

A Charly Monttana no se lo llevó el COVID-19, falleció de un infarto un jueves 28 de mayo de 2020. Cuando todos estamos enclaustrados y no podemos salir a cerrar la esquina, la cuadra, todo el barrio para armar el toquín masivo.

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