¿Recuerdas la primera vez? Han transcurrido 10 años de interminables caminatas de escenario a escenario, algunas veces eternas como en la presentación de Portishead. De perder entre la multitud a tus amigos porque la señal de celular era prácticamente nula. De hallar sujetos completamente ebrios y dormidos entre los árboles. De brincar al ritmo del reencuentro de The Libertines, para al final darte cuenta que alguien se había robado tu celular. De corazones rotos y primeros amores marcados por los Artic Monkeys. Ningún acto debía quedar descartado de la memoria.
Este 2019, el 16 y 17 de noviembre, viviste una ideal combinación de nostalgia y nuevas promesas, de esas que dices "yo los vi bien cerquita, en la carpa Levi´s antes de que se volvieran famosos"; así los actos de The Midnight con su nostalgia ochentera o el ecléctico electropop de Mija. Ahí estuvieron para ser descubiertos nuevos proyectos como Blossoms, Two Feet o Bruno Major que sin problemas podrían convertirse en tus nuevos galanes de las adolescentes, los Adam Levine o Alex Turner de esta generación. Tal vez quedarías enamorado de Noah Cyrus, Sophie Hawley-Weld o Sharon Van Etten.
Quizás hubo presentaciones que te quedaron a deber como la de Cat Power, quien pasó la mayoría del tiempo lidiando con la ecualización de sus micrófonos y solo alcanzó a entregar algunas pinceladas como 'Bad Religion' y 'The Greatest'. Mas luego caminaste con mayor ánimo hacia la fiesta de los B-52's, quienes lucían como abuelos locos con más onda que tú y te harían bailar al ritmo de 'Private Idaho', 'Love Shack' y 'Rock Lobster'.
"We ain't ever getting older, we ain't ever getting older. You look as good as the day I met you", le cantabas al oído a tu esposa —con quien compartiste el primer Corona Capital— frente a Travis le decías que la amabas como siempre y que su matrimonio los llevaría a la vejez. También los músicos, por sus particulares razones, se separan, pero el amor a su público los reencuentra para hurgar en los recuerdos de canciones como 'Nothing in My Way' y 'Somewhere Only We Know' de Keane; aunque Tom Chaplin también tuvo un poco de fallas con el micro, fue cobijado en todo momento por tus cánticos.
A pesar de las largas filas en el cashless o de los horribles corrales de la sección Citibanamex Plus y de nuevo ¡los malditos robos de celulares!, esa distancia con el escenario no evitó que gastaras toda tu energía frente a The Raconteurs, quienes a través de 'Old Enough', 'Blue Veins', 'Steady, As She Goes' manifestaron la esencia más pura del rock de vieja escuela: grasoso, blusero, visceral y de altos decibeles. No lo dudaste para nada: Jack White es un monstruo. Al ver el acto de The Raconteurs junto a niños que esperaban por Billie Eilish y que movían la cabeza, brincaban y se contagiaban de esa energía, pensaste ¡el rock no ha muerto!
Aunque no lo quieras aceptar y te burles de los gustos de tu papá, seguro cantaste a todo pulmón 'Africa' y 'Take On Me' en la versión de Rivers Cuomo y Weezer, una de esas bandas que se pueden dar el lujo de tocar las horas que quieran, aunque en otro de los escenarios Two Door Cinema Club ofreciera el pop más fino para hacer bailar a cientos de asistentes.
Hay primeras veces que para nada son trágicas, sino la tierna imagen de una madre o un padre que a pesar de no saber de qué trata están dispuestos a llevar a sus niños a un primer festival. Y ahí estuvo Billie Eilish para no decepcionarte e incluso dar lecciones a los más veteranos de cómo ganarse al público no solo con temas como 'bad guy' o 'bury a friend', sino reaccionando con ánimo al golpearse la boca con el micrófono: "Eso dolió".
Creciste viendo a Julian Casablancas salir al escenario al más puro estilo rockstar: ya sea ebrio, ya sea fuera de sus casillas. El sábado por un instante volviste a esa primera pelea con algún extraño entre una multitud exacerbada por la combinación de riffs de Nick Valensi y Albert Hammond Jr. en 'Reptilia' y 'Juicebox'. Alguien como tú se besaba por primera vez al ritmo de 'Someday' y seguramente a unos cuantos metros presenciaste el rompimiento de otra pareja que entre gritos y mentadas se alejaba mientras el resto de los asistentes brincaba con 'Last Nite'.
El rock y el pop de buena maquila perduran, pasan de generación en generación como un legado de viejas bandas que un día hicieron gritar, sudar, destramparse a nuestros abuelos y padres. Así un día Hammond Jr. observó en vivo a Angus Young y decidió tocar la guitarra; si pudiste distinguir la playera que vestía el músico de The Strokes, hallaste a la leyenda: AC/DC. Finalmente, alguien por ahí formará su agrupación y quizá en el aniversario 20 del Corona Capital vestirá la playera de The Strokes mientras forma parte de alguno de los actos.
Si recorriste la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez, aún te tiemblan las piernas de brincar al ritmo de Bloc Party o Franz Ferdinand. Sabes que valió la pena sofocarte y ser aplastado entre decenas de fans de Interpol por el simple hecho de mirarlos a los ojos y comulgar con sus melodías.
Tal vez muchas de esas bandas no vuelvan a pisar un escenario, por ello esperaste horas frente a las barreras. Más allá del dinero, los pisotones, el cansancio, la cruda, cada año vuelves al Corona Capital porque ahí nacieron los círculos de amistad más sólidos, los rompimientos y desamores más épicos, el llanto que provocan un par de acordes, la piel chinita cuando alguien te canta al oído, la borrachera más divertida, el ritual de descubrir nueva música o compartir los gustos de tus padres, esa energía que por unos instantes te devuelve la fuerza para brincar, el alivio de corear a todo pulmón la canción de tu adolescencia. Y eso que solo ha pasado una década…