Retrato Hablado

Busca la "libertad" de los niños en prisión

Saskia Niño de Rivera tiene estudios en derecho y en psicología lo que le ayudó a fundar Reinserta un Mexicano y a documentar la prevención del delito en México. 

La vida de Saskia Niño de Rivera se partió en dos. Ella tenía diecisiete cuando uno de los trece hermanos de su papá, el más cercano, fue secuestrado. Fue liberado un mes después, que transcurrió muy lento.
El clan decidió mudarse temporalmente a Miami para reponerse.

Un par de eventos extraños dieron cuenta de la turbia doble vida del tío. Lo primero fue su arresto, apenas llegaron a esa ciudad. Las dos familias –que habían sido como una sola, inseparables– se apartaron, desconfiadas. Los niños, que eran casi hermanos, se trataban como si nunca se hubieran visto. La relación nunca se restableció.

Cuando Saskia tuvo que elegir un futuro, se vio como abogada, y le pidió trabajo a Pablo Carstens, el negociador durante el rapto de su pariente.

"Siempre me interesó el tema del secuestro. Me cuestionaba cómo y por qué una persona podía ser capaz de privar de su libertad a otra. Me preguntaba cómo era posible tanta maldad. Yo había visto a mi familia angustiada, dormí con sus primas que lloraban, conocí el efecto que tiene la privación y el encierro en una persona y las que están alrededor. Recuerdo a mi tío, que volvió golpeado, con quince kilos menos. Por eso le toqué la puerta a Pablo, mi mentor y uno de los negociadores privados más destacados que hay en México".

Carstens, director general de Carstens, Crisis & Risk (y primo de Agustín Carstens, gobernador del Banco de México) fracasó en su intento por alejarla de ese mundo aterrador. "Asústala", le pidió su padre. Carstens le entregó a Saskia una bolsa negra de plástico, llena hasta el tope de audio casettes. Eran pruebas y testimonios de vida, chantajes grabados y negociaciones de ciento sesenta y dos casos que aún no se habían resuelto, casos de escalofrío.

Ahí permaneció casi cuatro años, hasta 2008. Entró como pasante al despacho Basham, Ringe y Correa, para darle una oportunidad al derecho penal, mientras estudiaba en el ITAM, pero desertó en el último semestre porque sufrió una espantosa crisis emocional: tenía 18 kilos de sobrepeso y su cuerpo cubierto de ronchas.

Estaba frustrada. Había sido presidenta de su clase en el Colegio Americano. Era de las primeras. "Y no podía con el ITAM. Si otro estudiaba dos horas para un examen, yo necesitaba ocho, y todo para sacar seises y sietes. Lo odié, y salí corriendo".

Pero la joven no perdió el tiempo. Sabía que estaba muy cerca de lo suyo, y cambió las leyes por la psicología, en la Iberoamericana. Hizo su trabajo social en las cárceles de la ciudad y en los centros de tratamiento para adolescentes. Hasta entonces, ignoraba que había niños habitando los penales femeniles. Había hecho prácticas en el Reclusorio Oriente, en el penal de San Fernando y en Santa Marta Acatitla, que tiene una de las mayores poblaciones de menores. Ahí, frente a esos niños que corrían entre barrotes, decidió fundar Reinserta un Mexicano. (Es curioso que a Saskia no le gustan los niños).

Complementó su formación profesional con la especialidad en criminología y ética criminal, que cursó en el Instituto Nacional de Ciencias Penales.

"La psicología me enseñó el otro lado de la moneda. Empecé a ver las cosas desde ambos lados, no sólo del de las víctimas, sino también desde el de los victimarios. Pude ponerles cara, conocí las historias y las realidades que hay detrás de estas personas, y comencé a entender la trascendencia de la prevención del delito".

* * *

Saskia es la tercera de cuatro hijos de Luis Miguel Niño de Rivera y su segunda esposa, Diana Cover, una psicoterapeuta holandesa que sostuvo a su familia cuando Fidel Castro expropió Cubacel, la empresa mixta que pertenecía al gobierno de la isla y al mexicano. "Mi papá perdió todo, pero yo lo agradezco. Eso nos fortaleció como familia y yo puse los pies sobre la tierra".

La bancarrota de la familia no fue lo que hizo de ella una persona altruista. Había terminado la preparatoria con mención honorífica en labor social y en trabajo de liderazgo y en 2013, todavía en la Ibero, ya había creado Reinserta un Mexicano, una fundación que entre otros proyectos, tiene uno que ha llamado especialmente la atención de la prensa y de otras organizaciones sociales por su nobleza: procura niños que viven recluidos con sus madres en los centros penitenciarios de nuestros país.

Esos niños son víctimas. Sufren abusos de toda clase, estimulación sexual temprana, violencia. Saskia quiere sacarlos de ahí. Y mientras eso ocurre, pretende reducir la edad hasta la que pueden permanecer confinados (de los seis a los tres años) y hacer del encarcelamiento, si es que eso es posible, un tiempo menos desafortunado: con juegos y con centros de desarrollo para prepararlos junto con sus madres para una vida digna, ajena al crimen y a la crueldad. No quiere que vuelvan ahí una vez que se conviertan en adultos.

En todos estos años de ingresos a las cárceles, Niño de Rivera ha acumulado entrevistas con secuestradores. Junto con Renato Sales, Comisionado Nacional de Seguridad, está construyendo un perfil nacional de secuestradores. Hasta ahora, han aplicado más de 800 pruebas y han realizado 200 entrevistas, por lo menos, a secuestradores de distintos niveles: desde el infame Mochaorejas hasta las mujeres que típicamente "cuidan" a las víctimas en cautiverio.

Esa investigación se transformará pronto en un libro, y probablemente en un documental sobre prevención del delito, porque buen material, les sobra.

-¿En qué otro país hay niños viviendo en prisión?

En algunos países de América Latina. Pero lo peor es que en México no hay la menor regulación. Les vale madres; cada quien hace lo que quiere con el tema penitenciario.

En 68 de nuestros penales hay niños. En 53 de ellos no hay centros de desarrollo infantil.

-Así no se puede.
-No. Hay que entender que no tendremos un México seguro si no hacemos algo por nuestras cárceles.

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