Salud

El poder de la mandíbula: el 80% de mexicanos rechinan o aprietan los dientes... y no es nada bueno

Estrés, ansiedad y depresión son las principales causas de este padecimiento, afirma Ivonne Rodríguez Castañeda, académica de la Facultad de Odontología de la UNAM.

El bruxismo es un padecimiento multifactorial. (@SalaPrensaUNAM)

Si aprietas la mandíbula durante el día, o te despiertas con dientes sensibles, dolor de mandíbula o dolor de cabeza, es posible que sufras de bruxismo: rechinar o apretar los dientes. En México, 80 por ciento de la población se caracteriza por tener este padecimiento, afirma Ivonne Rodríguez Castañeda, académica de la Facultad de Odontología (FO) de la UNAM.

Se trata de una alteración cuya prevalencia en niños y adolescentes es de cinco a 40 por ciento, mientras que en adultos de 15 a 25 por ciento. Se estima que a lo largo de la vida todos hemos tenido o tendremos bruxismo, explicó la especialista en ortodoncia.

Rodríguez Castañeda resaltó que solo del 6 a 20 por ciento de quienes lo padecen están conscientes de que aprietan o rechinan los dientes sin ningún propósito funcional y recurren a la atención médica; el resto lo desconoce o lo ignora porque considera que es un estado normal.

Nuestra mandíbula es fuerte

La fuerza de la mordida es un componente de la función masticatoria, un indicador de su estado funcional y se ha definido como la máxima fuerza generada entre los dientes maxilares y mandibulares. La generación de la fuerza de la mordida depende de la acción, volumen y coordinación de músculos masticatorios, de los mecanismos de la articulación temporomandibular, según un análisis de la revista médica ADM.

La masticación es una demanda funcional durante toda la vida. En niños pequeños, las vías sensoriomotoras periféricas van madurando conforme adquieren tareas orales motoras, por lo que durante la etapa del desarrollo, es factible favorecer la maduración de la eficiencia masticatoria incrementando la fuerza de la mordida.

La fuerza de la mordida aumenta con la edad y también decrece con ella; el decremento sucede después de los 25 años en mujeres y de los 45 años en hombres. Parcialmente de acuerdo, se ha reportado que la fuerza de los dientes se incrementa con la edad y el crecimiento durante la niñez y la adolescencia, permanece constante entre los 20 y 40 años e incluso hasta los 50 años de edad y luego declina.

Pero ¿qué es el bruxismo y qué lo desencadena?

La especialista de la UNAM dice que es un padecimiento multifactorial y puede manifestarse mientras se duerme (se le considera una alteración del sueño), periodo asociado a una intensa excitación neuronal o microdespertares, o durante el día que es el bruxismo de vigilia, una alteración asociada al estrés, expuso la especialista.

El estrés, ansiedad y depresión, o el conjunto de estos trastornos mentales, desencadenan el bruxismo, aunque se considera que el primero es el principal responsable en la mayor parte de los casos, comenta la universitaria.

Detalló que altera por completo las funciones de la boca o del sistema estomatognático (boca y maxilares vinculados anatómica y funcionalmente) y desencadena desgaste dentario –de ahí los nombres que recibe, como síndrome del diente fisurado, contractura, etcétera–, así como alteración de la actividad muscular.

Los músculos orofaciales trabajan de manera permanente, aun con la boca cerrada, en reposo, respirando, etcétera, porque debe mantener a la mandíbula en su lugar, refiere la especialista. El bruxismo cambia esa actividad y produce contracturas, dolor, modifica la posición de la mandíbula y altera la integridad articular. Son una serie de efectos secundarios y secuelas que “como odontólogos nos corresponde contrarrestar, porque las personas no pueden sanar”, dice.

Durante el día es reiterativo, y puede durar hasta varios minutos, pero es suficiente para que las personas queden adoloridas. Sin embargo, quienes aprietan los dientes de manera inconsciente durante el descanso nocturno, es un proceso que dura de siete a 20 segundos, lapso suficiente para que sufra una alteración muscular grave durante un periodo largo, abundó.

Recordó que el bruxismo es un síndrome que se estudia desde hace 50 años y el hecho de que esté relacionado con la ansiedad, estrés y depresión afecta la calidad de vida de quienes lo padecen; la crisis sanitaria provocó que los casos se incrementaran, la pandemia duplicó los niveles de ansiedad, estrés y depresión hasta un 38 por ciento disminuyendo los niveles de salud fisca y mental, cuyas consecuencias afectaron la actividad del sistema masticatorio o de la boca.

El tratamiento

Para el abordaje de esta afección es necesaria la intervención de odontólogos “donde usamos dispositivos oclusales, interdentales o interarcadas, para contrarrestar los efectos del desgaste dentario por la fuerza que producimos al apretar los dientes; pero también psicológico o con perfiles neuronales, incluso psiquiátrico, aunque justo por eso hay mucha controversia porque no existe una terapéutica planteada ni un tratamiento específico que cure esta parafunción”, acotó Rodríguez Castañeda.

Es posible prevenir este síndrome, continuó, cuando se trate de bruxismo que ocurre durante el día y que el paciente esté consciente de que lo padece, por medio de diferentes abordajes psicológicos que pueden ayudar a los odontólogos. Las técnicas terapéuticas conductuales más usadas son: técnicas de relajación por medio de masajes para liberar tensión; técnica de biofeedback relajación facial identificando cuándo tiene niveles altos de estrés y aprieta los dientes. Y técnica de feedback que genera el autocontrol por biorretroalimentación con ayuda de electromiografía (registro de actividad muscular del paciente).

Las técnicas conductuales ayudan a prevenir al paciente para que no se agraven y haya consecuencias como fracturas dentales, desgastes articulares, dolor orofacial y alteraciones musculares.

Manejo odontológico

Para tratar esta afección, detalló, lo odontólogos utilizamos dispositivos como férulas oclusales (aparatos removibles), guardas e incluso prótesis que hacen un espacio entre los dientes para protegerlos de la fuerza que ejercen los músculos de la boca, acción que podría llegar a generar hasta 60 kilogramos de fuerza que va sobre los dientes, los huesos maxilofaciales y los ligamentos.

Otro manejo es por medio de terapia física que controle el comportamiento muscular como la electroacupuntura, acupuntura, láser, ultrasonido, entre otros, las cuales contribuyen a relajar el músculo y a conservarlo sano. Pero también puede abordarse con medicamentos como los ansiolíticos, antidepresivos y antiparkinsonianos.

También lee: