Probablemente has escuchado hablar de los probióticos, las apodadas ‘bacterias buenas’ que pueden beneficiar tu salud. Los consumimos en una variedad cada vez mayor de formas, a menudo en alimentos comercializados como saludables. Estas bacterias pueden estar contenidas en cápsulas de suplementos, yogures, bebidas o incluso bocadillos.
Los probióticos funcionan ayudando a prevenir que otras bacterias que causan enfermedades infecten nuestro intestino. También pueden interactuar con las células inmunitarias de nuestro intestino, ayudando a regular la actividad de las células en el complejo entorno intestinal, lo cual es importante para prevenir la inflamación no deseada que puede desencadenar la enfermedad inflamatoria.
Investigaciones también han demostrado que los efectos de los probióticos pueden ir más allá del intestino, regulando también las respuestas inmunitarias en los pulmones.
En este momento, nuestro sistema inmunológico se enfrenta a la amenaza constante de tener que luchar contra el SARS-CoV-2, que circula a niveles récord en todo el mundo desde la aparición de la variante ómicron, que es altamente infecciosa. Hay tratamientos limitados disponibles para las personas que se enferman gravemente, y las vacunas actuales no son muy efectivas para prevenir infecciones en personas que no han recibido un refuerzo recientemente.
Pero si los probióticos afectan positivamente nuestro sistema inmunológico y sus efectos no se limitan al intestino, ¿podrían ofrecer una forma económica y accesible de ayudar a nuestros cuerpos a combatir el COVID-19?
Las bacterias pueden ser ‘tus amigas’
Un ensayo reciente realizado en México mostró que las personas con coronavirus que tomaron una combinación específica de cuatro cepas bacterianas probióticas se recuperaron más rápido en comparación con las que tomaron un placebo. Los que recibieron probióticos también aumentaron las respuestas de anticuerpos al virus que alcanzaron su punto máximo antes que el grupo de placebo.
Es importante destacar que los que tomaron los probióticos tuvieron menos síntomas y cantidades más bajas del virus en sus cuerpos 15 días después de la infección inicial en comparación con las personas que tomaron el placebo.
Estos resultados alentadores son algunos de los primeros en mostrar que los probióticos podrían ayudar a nuestro sistema inmunológico a combatir el COVID-19. Los autores sugieren que la suplementación con probióticos podría ayudar a las personas a recuperarse más rápido. Esto podría reducir los períodos de autoaislamiento impuestos actualmente a las personas infectadas en numerosos países del mundo.
Dicho esto, debemos tener cuidado al interpretar estos resultados. A pesar de ser un ensayo clínico doble ciego controlado con placebo (generalmente considerado como el estándar de oro para probar tratamientos médicos), tenía algunas limitaciones. Excluyó a los mayores de 60 años y no tuvo en cuenta el estado de vacunación de los participantes del ensayo. Esto significa que aún no sabemos si los probióticos brindan algún beneficio a quienes corren mayor riesgo de desarrollar una COVID grave.
Además, tomar probióticos puede ser inapropiado para personas con un sistema inmunitario debilitado. Esto se debe a un mayor riesgo potencial de infección resultante del consumo de grandes cantidades de bacterias vivas.
Un eje de inmunidad
La investigación ha descubierto un posible efecto positivo, pero ¿podemos explicar por qué sucede esto? ¿Cómo es que las bacterias que llegan a nuestro intestino terminan ayudando a la respuesta inmune contra el virus SARS-CoV-2 en los pulmones?
Los inmunólogos creen que tienen una respuesta. Han propuesto la idea de un eje inmunitario intestino-pulmón. La teoría es que las células inmunitarias expuestas a los probióticos en el intestino podrían ser activadas por estas bacterias y luego viajar al pulmón tras la infección. En un contagio de COVID-19, estas serían las células B, los glóbulos blancos que producen anticuerpos. Podrían ser “preparados” en el intestino para producir más anticuerpos cuando se encuentran al virus en el pulmón o la nariz.
Sin embargo, antes de que los probióticos puedan considerarse adecuadamente para tratar la COVID, se necesitan más estudios para validar estos resultados. Los ensayos clínicos que utilizan probióticos para tratar enfermedades a menudo producen resultados variables, ya que los efectos de las bacterias probióticas en las células inmunitarias pueden ser muy específicos de las bacterias utilizadas. También se deben realizar ensayos en diferentes grupos de personas para ver qué efecto tiene la bacteria, ya que sabemos que el COVID es más grave en unos que en otros. El origen étnico se ha asociado con la mortalidad por COVID, por ejemplo.
Ciertamente, actualmente no hay evidencia directa de que las cepas bacterianas probióticas contenidas en un yogur probiótico comercial tengan el mismo efecto que los probióticos probados en el estudio mexicano. También es importante recordar que no todas las bacterias probióticas contenidas en los alimentos pueden estar vivas en el momento en que se consumen, lo que podría afectar su potencia.
Entonces, ¿qué debes de comer ahora?
En lo que se reúne la evidencia sobre los probióticos, otra forma de cuidar las bacterias intestinales es con una dieta saludable rica en fibra. La investigación más reciente muestra que aquellos que consumen una dieta saludable rica en frutas y verduras tienen menos probabilidades de desarrollar COVID grave. Una dieta rica en fibra que estimule las bacterias intestinales puede incluso ayudar a su sistema inmunitario a generar una respuesta más fuerte a la vacunación contra el COVID.
Dado que es probable que el COVID siga siendo muy frecuente en el mundo en el futuro previsible, los probióticos tienen el potencial de convertirse en una herramienta útil en nuestra lucha contra la enfermedad. Sin embargo, antes de que todos corramos a nuestra tienda local de alimentos saludables para abastecernos, debemos esperar a que la investigación confirme qué tipos de bacterias probióticas podrían ayudar a nuestro sistema inmunológico y quién se beneficiaría más al consumirlas.
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*Por Andrew Smith, quien actúa como consultor de Imhotex y forma parte del Panel de Premios de Investigación Médica para Crohn’s & Colitis UK y Paul Gill, quien no trabaja, consulta, posee acciones ni recibe financiamiento de ninguna empresa u organización que se beneficiaría de este artículo, y no ha revelado afiliaciones relevantes más allá de su cargo académico.
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