Unos meses después del inicio de la vacunación contra el COVID-19, empezamos a escuchar que algunas mujeres habían sufrido alteraciones en su ciclo menstrual tras ponerse la primera dosis. Sangrados más abundantes, adelanto o retraso del periodo, cambios en la duración o amenorrea eran algunas de las consecuencias anunciadas. Incluso mujeres con menopausia habían vuelto a menstruar (aunque estos fueron casos puntuales).
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) presenta periódicamente informes sobre los acontecimientos adversos notificados. Es decir, cualquier problema de salud que aparece después de recibir una vacuna, pudiendo estar causada por esta o no. Todos estos acontecimientos se estudian y analizan para confirmar si son producidos por el fármaco. En caso afirmativo, se incluyen en el prospecto y la ficha técnica (lo que se conoce como una reacción adversa).
Con los datos disponibles hasta ahora, no se había podido confirmar la hipótesis de una posible relación causal de los trastornos en el ciclo menstrual y la vacunación, debido a la falta de homogeneidad tanto en los síntomas como en los períodos de notificación.
Sangrado abundante resuelto a los meses de la vacunación
Sin embargo, el 23 de febrero de 2022, la AEMPS publicó su último informe, haciéndose eco de dos estudios recientes que plantean la posibilidad de un aumento en la frecuencia de estas alteraciones, con cambios leves y transitorios.
El Instituto Noruego de Salud Pública evaluó los cambios menstruales en 5 mil 688 mujeres entre 18 y 30 años mediante cuestionarios enviados a los móviles de las participantes. Si bien el 37.8 por ciento presentó alteraciones antes de la vacunación, hubo un aumento significativo de cambios después de la primera inyección (especialmente el sangrado abundante).
En general, los trastornos fueron temporales y volvieron a la normalidad dos meses después. Estas variaciones no afectaron a la aceptación de la vacuna: el 92.3 por ciento de las mujeres que notificaron cambios tras la primera dosis también se administraron la segunda, frente al 94 por ciento de las que no habían informado de ningún cambio.
Aunque la prevalencia tras la segunda dosis fue algo más elevada, dos de cada tres mujeres que presentaron alteraciones después de la primera dosis volvieron a experimentarlas con la segunda. Estos últimos datos se están evaluando y no hay conclusiones definitivas sobre su duración.
Retraso del sangrado tras la vacuna
Por su parte, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos estudiaron la asociación entre la duración del ciclo menstrual y la vacunación. Para ello analizaron datos de 3 mil 959 mujeres entre 18 y 45 años recogidos mediante una aplicación móvil.
El grupo vacunado presentó una pequeña variación en la duración del ciclo, que llegaba un día más tarde, pero no en la duración del sangrado. El retraso fue más notable en las mujeres que recibieron las dos dosis durante el mismo ciclo (dos días). En todos los grupos el efecto fue transitorio y la duración de los ciclos volvió a la normalidad dos ciclos después de la vacunación.
En España, la Universidad de Granada puso en marcha el Proyecto Eva. En la primera fase, se recogieron más de 14 mil respuestas: el 70 por ciento aseguraba haber notado cambios después de la vacunación.
Además, la Universidad de Extremadura también realizó un cuestionario y consiguieron más de 17 mil 500 participantes, de las cuales el 50 por ciento había notado alguna variación. No obstante, ambos trabajos no son definitivos y sus resultados todavía se están estudiando.
¿Por qué se producen cambios menstruales tras una vacuna?
Antes de determinar las causas, debemos tener en cuenta que los ciclos menstruales no siempre son iguales. Aunque la media del ciclo son 28 días, la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia considera normales ciclos entre 24 y 38 días, así como sangrados de hasta ocho días.
El aparato reproductor femenino está regulado por la interacción hormonal entre el hipotálamo, la hipófisis y los ovarios. Esta interacción se conoce como eje HHG. Factores estresantes de la vida diaria, el ambiente y la salud (por ejemplo, dietas muy extremas, ejercicio intenso, infecciones o medicamentos) pueden influir en este sistema e interrumpir la liberación de hormonas.
Así pues, los cambios menstruales pueden deberse a varios motivos. En el caso de las vacunas, las de ARN mensajero (Comirnaty-Pfizer y Spikevax-Moderna) producen mucha actividad inmunológica y crean una respuesta inmunitaria muy robusta. Esto puede ser un factor estresante que ocasione alteraciones pasajeras.
Hay poca literatura al respecto y todavía faltan estudios para asegurar una asociación entre ambas variables. Por desgracia, la menstruación no suele ser una factor considerado en los ensayos clínicos. Una de las razones es que la mayoría de estudios, para evitar que se produzca el embarazo durante los ensayos (con los riesgos que conlleva), requieren que las mujeres tomen anticonceptivos de alta eficacia, habitualmente hormonales. Por tanto, es muy difícil detectar variaciones menstruales durante el desarrollo de un fármaco, ya que sus ciclos son artificiales.
Hasta el momento, muchas mujeres han advertido variaciones en sus ciclos, incluso si anteriormente habían presentado episodios similares independientemente de su estado vacunal, aunque todos ellos han sido temporales y poco graves. Sin embargo, se necesita más tiempo para observar los fenómenos a corto y largo plazo en un mayor número de población.
En este escenario, los medios de comunicación y las redes sociales han tenido un gran impacto en la notificación y visibilidad de dichos cambios. Además, es necesario destacar la importancia de los informes de farmacovigilancia de la AEMPS. Son indispensables para monitorizar los datos disponibles y detectar información nueva y relevante de los medicamentos comercializados. Cualquier persona puede notificar una sospecha de reacción adversa de un medicamento en el Sistema Español de Farmacovigilancia de Medicamentos de Uso Humano.
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*Por Vallivana Rodrigo Casares, investigadora en Ensayos Clínicos en el Área de Investigación en Vacunas.
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