Los tratamientos con anticuerpos monoclonales en conjunto con quimioterapias podrían lograr que al menos 50 por ciento de las pacientes con cáncer de mama con enfermedad residual invasiva tengan menos riesgo de que la enfermedad regrese, según reveló un estudio presentado este jueves.
“Las mujeres participantes presentaron una reducción del 50 por ciento del riesgo de recurrencia de la enfermedad y de muerte, en comparación con las que recibieron el tratamiento habitual”, precisó un comunicado compartido por la farmacéutica Roche.
Asimismo, destacó, se demostró un beneficio clínico en las pacientes sin importar el tipo de quimioterapia neoadyuvante.
El cáncer de mama es el tipo de cáncer más diagnosticado en el mundo y el 70 por ciento de los casos se detecta en etapas avanzadas.
Esta enfermedad superó al cáncer de pulmón como el tipo de cáncer más diagnosticado en el mundo, con una estimación de 2.3 millones de nuevos casos al año.
Tan solo en el 2020, cobró la vida de 685 mil mujeres y de 7 mil 821 pacientes mexicanas, debido a factores como la disparidad en los tratamientos y el retraso en el diagnóstico oportuno de la enfermedad.
Es por ello que, precisó la farmacéutica, es de suma importancia tomar conciencia sobre la complejidad de la enfermedad e identificar los síntomas, “para que el tratamiento sea recibido de forma temprana y eficaz”.
Los pacientes con cáncer de mama positivos para el receptor del factor 2 de crecimiento epidérmico humano (HER2), que tienen enfermedad residual invasiva posterior al tratamiento neoadyuvante, tienen un mayor riesgo de recurrencia de cáncer de mama y muerte que aquellos con una respuesta completa.
Según la Gaceta Médica de Oncología, existen factores responsables de la recurrencia de este padecimiento como la edad de la paciente, el tamaño tumoral, el estado ganglionar axilar, el grado de diferenciación e invasión vascular y/o linfática.
Estudios reportan que entre un 36.4 por ciento a un 60.7 por ciento de pacientes que reciben tratamiento neoadyuvante contra el receptor HER2, en conjunto con quimioterapia, presentan una enfermedad residual invasiva.
Es por eso que, durante las cirugías y tratamientos, los médicos remueven todo el cáncer visible y palpable, pero es posible que pequeños grupos de células permanezcan después del procedimiento, sobreviviendo a la quimioterapia y a la radiación.
El riesgo de la presencia de este pequeño grupo de células cancerígenas es que a futuro pueden multiplicarse y convertirse en un tumor.
En la búsqueda de mejorar su pronóstico se realizó un estudio clínico a gran escala llamado Katherine que mostró eficacia en pacientes con enfermedad residual invasiva en mama y/o ganglios, tras completar el tratamiento neoadyuvante.
El estudio Katherine comparó y evaluó el beneficio del uso de trastuzumab emtansina, un anticuerpo monoclonal conjugado con quimioterapia por 14 ciclos después del tratamiento neoadyuvante y la cirugía, convirtiéndose en el primer estudio en demostrar un beneficio significativo de modificar el tratamiento adyuvante de acuerdo con la presencia de enfermedad residual tras neoadyuvancia en CMt HER2 positivo.