Cuando se cerraron las fronteras y empezaron políticas más duras contra la migración, indocumentados empezaron a vivir una enorme lucha por la supervivencia, aseguró el psiquiatra español Joseba Achotegui.
El especialista explicó, para BBC News, que estos sucesos provocaron que migrantes acudieran a su consulta “indefensos, asustados y sin poder salir adelante”.
Además, notó que indocumentados que viven situaciones difíciles presentan “un cuadro reactivo de estrés muy intenso, crónico y múltiple”. Por ello, Achotegui le puso el Síndrome de Ulises.
“Esto no es una patología, ya que el estrés y el duelo son cosas normales en la vida, pero sí remarca la peculiaridad del síndrome que deja al migrante, esta vez entre la salud mental y el trastono”, dijo.
Cada vez que se experimenta una pérdida, las persona tienen que acostumbrarse a vivir sin eso y adaptase a la nueva situación, es decir, hay que elaborar un duelo.
Sin embargo, el duelo migratorio tiene características que lo hacen especial, ya que es “parcial, recurrente y múltiple”. Por este motivo, Joseba Achotegui agrupó tales pérdidas en seis categorías:
- La más evidente suele ser la pérdida de la familia y los seres queridos.
- También está la pérdida de estatus social, pues suele pasar por la condición de migrante, pero si, además, “el país de origen es xenófobo, supone una gran adversidad”.
- Otro duelo que el migrante pasa es el de la pérdida de la tierra. Por ejemplo, extrañar un paisaje montañoso o los días llenos de sol.
- Se suma el duelo del idioma, que será más fuerte en la medida en que se migre a un país con otra lengua. Puede ser una verdadera barrera para hacer un trámite burocrático y mandar un correo electrónico.
- La pérdida de los códigos culturales, que puede significar algo tan sencillo como no tener con quién “echar un pie” y bailar salsa o con quien compartir un mate.
- La pérdida de contacto con el grupo de pertenencia, con aquellos con quien podemos hablar en los mismos códigos, que entenderán nuestros modismos y forma de ver la vida.