Un estudio realizado por el Servicio de Neumología del Hospital Clínico San Carlos, en España, encontró que el daño pulmonar persiste un año después de tener neumonía, derivada de un contagio de COVID.
En el estudio, los especialistas investigan las secuelas pulmonares a largo plazo que sufren los supervivientes de la enfermedad.
Lung Injury COVID-19 fue realizado con más de 300 adultos que superaron el COVID en la primera ola. Todos fueron pacientes del hospital que lleva a cabo la investigación.
Este es el primer estudio que analiza y revela los efectos a largo plazo sobre aspectos como:
- Cambios en los síntomas.
- Modificaciones en la función pulmonar.
- Cambios en la radiología torácica en pacientes con infección grave, así como leve-moderada.
Además, se constata la desaparición de los síntomas respiratorios en el 37.9 por ciento de los pacientes que sufrieron en la neumonía grave/crítica frente al 27.3 por ciento en la neumonía moderada.
¿Qué se detectó un año después en las personas con COVID?
- Alteraciones funcionales en el 31.4 por ciento de los pacientes con COVID-19 grave y en el 27.7 por ciento de los pacientes no graves.
- Se detectaron anomalías en las imágenes radiológicas de tórax en la infección grave/crítica frente a la infección no grave (29 por ciento frente a 8.8 por ciento por ciento).
- La mayoría de los pacientes refieren síntomas, en particular debilidad muscular y disnea.
- Un tercio de los pacientes con neumonía grave por COVID-19 presentaban deterioro de la difusión pulmonar y anomalías en las imágenes radiológicas del tórax.
Estos resultados subrayan la importancia de un seguimiento neumológico sistemático tras la infección con COVID-19.
OMS recomienda doble refuerzo de vacuna COVID a personas en riesgo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó este jueves por primera vez el uso de una segunda vacuna de refuerzo contra el COVID-19 en los grupos más susceptibles de desarrollar un cuadro clínico grave, tras observarse un declive de la inmunidad frente a la variante ómicron.
Esos grupos incluyen a todas las personas mayores (cada país debe establecer a partir de qué edad, según criterios nacionales), a las personas inmunodeprimidas, a todos los adultos con enfermedades crónicas, así como a embarazadas y al personal sanitario.
El intervalo ideal entre el primer y el segundo refuerzo debe ser de entre cuatro y seis meses, el mismo periodo en el que se ha visto que la efectividad de las vacunas contra el COVID empieza a disminuir. Si este plazo se supera, la persona de riesgo debe ser vacunada en cuanto sea posible.
Con información de Europa Press y EFE.