Aunque la lepra puede parecer una enfermedad del siglo XIX, no es así. En los últimos años, esta enfermedad, aún presente en más de 120 países, origina más de 200 mil nuevos casos cada año.
Incluso, la gravedad del escenario por este padecimiento es tan alarmante que la OMS ha establecido una estrategia denominada “Hacia la Lepra Cero”, que propone cero infecciones y enfermedades, cero discapacidad, cero estigma, discriminación y la eliminación de la lepra como objetivo para el año 2030.
Además, cada día se siguen confirmando en el mundo casi 400 nuevos enfermos de lepra; pasando de 128 mil 405 casos localizados en 2020 a los 140 mil 594 nuevos casos registrados en el mundo en 2021. Sin embargo, hay una cantidad significativa de pacientes que no entran en las estadísticas.
El sudeste asiático sigue siendo el área más afectada, y la India el país con un mayor número de casos notificados.
¿Qué tiene que ver el COVID-19 con los casos de lepra?
Los confinamientos y la emergencia sanitaria mundial por la pandemia de COVID-19 han frenado la detección de casos y los programas de tratamiento de los pacientes.
Es decir, el SARS-CoV-2 ha afectado gravemente la salud mundial, provocando la suspensión de muchos servicios de salud regulares y dificultando el diagnóstico de otras infecciones como la lepra.
¿Hay vacuna contra la lepra y el COVID está relacionado?
De acuerdo con estudios, la vacuna contra la lepra aún está en su fase experimental, así como otros tratamientos que podrían inducir reactividad inmunológica celular contra esta enfermedad.
Actualmente se le han dado dos usos racionales a las vacunas experimentales contra la lepra: uno es la inmunoterapia con el propósito de que en los pacientes inmunológicamente anérgicos logren despertar una respuesta inmunológica celular y así eliminen su infección.
El otro empleo es en la inmunoprofilaxis, a fin de proteger a una población en riesgo de adquirir la infección o la enfermedad. Hasta ahora no se ha obtenido ninguna vacuna contra la lepra, hay varios candidatos en el desarrollo, pero solo son dosis experimentales.
Aunque aún no se ha dicho nada sobre si el COVID ha retrasado los estudios para encontrar una nuva vacuna contra la lepra, lo cierto es que durante los dos primeros años de la pandemia, laboratorios clínicos de distintos países se enfocaron en contrar la cura contra el coronavirus y dejaron de lado otros padecimientos.
Hoy en día, la Organización Mundial de la Salud ofrece de forma gratuita a los pacientes con lepra el régimen convencional farmacológico. Consiste en la toma durante 12 meses de 600 mg de rifampicina y de 300 mg de clofazimina por vía oral una vez al mes, bajo supervisión médica.
A lo que se suman 100 mg de dapsona con 50 mg de clofazimina por vía oral una vez al día, sin supervisión. La ventaja que presenta la dapsona es que es relativamente económica y suele ser segura.
El tratamiento antibiótico puede detener la progresión de la lepra, pero no logra revertir las lesiones de los nervios o las deformidades. Por eso la detección y el tratamiento precoces resultan de vital importancia.