Salud

Ibogaína, la droga prohibida en EU utilizada en México para tratar a veteranos de guerra

Un estudio reveló que esta droga psicoactiva podría ayudar a mejorar los síntomas de estrés postraumático en pacientes veteranos de guerra.

La ibogaína, un alcaloide con efectos alucinógenos, es una sustancia prohibida en Estados Unidos. (Foto: Shutterstock)

Mientras que Estados Unidos ha declarado la guerra al fentanilo y a otros opiodes, la ibogaína, otra droga psicodélica prohibida por el país vecino, es utilizada en México para el tratamiento del estrés postraumático en veteranos de guerra norteamericanos.

De acuerdo con un estudio reciente de la revista Nature Medicine, un grupo de excombatientes que se sometió a la medicación con ibogaína en México reportó haber experimentado una disminución del 80 por ciento en síntomas asociados a este trastorno, como la depresión y la ansiedad.

Los resultados fueron publicados por el doctor Nolan Williams, autor del estudio, quien aseguró la eficacia de la ibogaína en pacientes que sufrían de problemas psicológicos tras la guerra. Él, junto con investigadores de la Universidad de Stanford y la asociación VETS, Inc., dedicada a las terapias asistidas psicodélicas para los veteranos, analizaron un total de 30 casos.

Así funciona el tratamiento con ibogaína aplicado en México

El estudio consistió en seguir el consumo de ibogaína en 30 veteranos de guerra estadounidenses con antecedentes de TBI (traumatismo cerebral) y síntomas psiquiátricos graves, quienes tomaron una dosis oral de la droga.


Para ello, el grupo de hombres, donde al menos 19 de ellos habían intentado quitarse la vida, asistió de forma voluntaria a una clínica de México, dirigida por Ambio Life Sciences, donde se les suministró el tratamiento.

Posteriormente, los investigadores midieron los niveles de estrés postraumático, ansiedad y depresión en los participantes, a partir de una serie de cuestionarios médicos que evalúan la discapacidad en seis dominios funcionales: cognición, movilidad, autocuidado, actividades cotidianas, participación en la comunidad y relaciones con otras personas.

Un mes después del tratamiento, los pacientes experimentaron mejoras significativas en su calidad de vida y una reducción promedio del 88 por ciento en síntomas del trastorno de estrés postraumático, así como una disminución del 87 por ciento en síntomas de depresión y un 81 por ciento en síntomas de ansiedad.

Las pruebas cognitivas formales también revelaron una mejora en la concentración, memoria y procesamiento de la información, destacando que no hubo efectos secundarios graves de la ibogaína durante el tratamiento: “Los veteranos solo informaron de síntomas típicos como dolores de cabeza y náuseas”, señala el estudio.


¿Qué es la ibogaína y cuáles son sus riesgos?

Según explica un artículo de Wired, la ibogaína es un alcaloide que proviene de la corteza de la raíz del arbusto africano, iboga, la cual ha sido utilizada durante siglos por las tribus pigmeas de África Central en ceremonias espirituales y curativas. Sin embargo, se trata de una sustancia ilegal en Estados Unidos.

En 2018, la BBC reportó que esta sustancia se volvió popular en pacientes estadounidenses con adicción a la heroína, quienes cruzaban la frontera para recibir el tratamiento con esta droga, competiendo así con otros tratamientos con LSD y hongos alucinógenos, los cuales incluso ya están regulados para su uso médico en países como Australia y Nueva Zelanda.

No obstante, la ibogaína también se ha relacionado con la muerte de 19 personas, entre 1990 y 2008, según documenta la BBC. Lo anterior de debe, principalmente, porque esta droga puede aumentar el ritmo cardiaco, un efecto que los investigadores de Stanford pudieron evitar administrando magnesio vía intravenosa a los participantes del estudio.

Hoy en día, la forma en que la ibogaína funciona para mejorar la salud mental y la duración de los efectos de este fármaco continúa siendo un misterio para los especialistas.

En entrevista para Wired, Conor Liston, profesor de neurociencia y psiquiatría de Weill Cornell Medicine, sugiere que “una hipótesis es que facilitan la plasticidad, es decir, la remodelación de las conexiones cerebrales.”

Por otro lado, también se cree que la ibogaína puede actuar sobre la proteína SERT, la encargada de transportar y regular la cantidad de serotonina activa en el cerebro.

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