Un tipo esencial de glóbulo sanguíneo persiste durante al menos seis meses en personas después de haber contraído COVID-19, incluso en aquellas que no tuvieron síntomas, según un nuevo estudio que podría aliviar la preocupación sobre la pérdida gradual de inmunidad y sus repercusiones para una vacuna.
El estudio de 100 personas muestra que todos tuvieron respuestas de células T frente a una serie de proteínas del coronavirus, incluida la proteína espiga utilizada como marcador en muchos estudios de vacunas, después de medio año. Los que experimentaron síntomas tenían niveles que eran al menos un 50 por ciento más altos que aquellos pacientes que no tenían síntomas.
Aún no está claro cuánto tiempo duraría la protección de las vacunas que tengan éxito. Un pequeño número de pacientes se ha enfermado con COVID-19 dos veces.
"Son noticias prometedoras", consideró Fiona Watt, presidenta ejecutiva del Consejo de Investigación Médica. "Si la infección natural con el virus puede provocar una respuesta sólida de células T, ello podría significar que una vacuna puede hacer lo mismo".
Un estudio anterior, publicado el mes pasado por el Imperial College de Londres, planteó la posibilidad de una disminución de las defensas inmunitarias, ya que mostró que el porcentaje de británicos con anticuerpos disminuyó con el tiempo.
Las células T no son anticuerpos. Son glóbulos blancos que pueden recordar enfermedades pasadas, matar células infectadas por virus y estimular anticuerpos para canalizar las defensas cuando se necesitan. Las personas infectadas con otro coronavirus que fue responsable de la epidemia de SARS en 2003, por ejemplo, aún tienen una respuesta de células T a la enfermedad 17 años después.
El estudio, llevado a cabo por un grupo de inmunólogos de 17 universidades llamado U.K. Coronavirus Immunology Consortium, aún no ha sido revisado por otros expertos del sector. Los autores dijeron que podría ser el primero en demostrar que una memoria celular sólida contra el virus persiste durante ese periodo de tiempo.
Ninguno de los pacientes cuyas muestras de sangre y suero fueron estudiadas había sido hospitalizado con COVID-19.