En la zona industrial de Dubái, los obreros sueldan, perforan y hacen otras tareas para fabricar lo que un empresario local vislumbra puede ser un producto de uso generalizado en un futuro cercano: módulos desinfectantes que ayuden a evitar la propagación del nuevo coronavirus.
La empresa de Husam Zammar construye esos módulos para clientes del gobierno y privados. Está convencido de que su nuevo producto tendrá amplia aceptación, igual que los detectores de metales tras los ataques del 11 de septiembre del 2001.
"Si hay dos personas, una con un puñal y otra con coronavirus, la segunda es cien veces más peligrosa", afirmó Zammar.
El temor al virus es palpable en Dubái y en el resto de los Emiratos Árabes Unidos, una federación de siete reinos gobernados por jeques en la que los extranjeros representan el 90 por ciento de la población. Sin embargo, y a pesar de que aumentan los contagios, los Emiratos están reabriendo sus centros comerciales y restaurantes en un esfuerzo por estimular la economía.
Reanudar las actividades mientras se combate el coronavirus implica chequeos de temperaturas, distanciamiento social en los supermercados y asientos donde no puede haber pasajeros en el tren subterráneo. Pero luego de semanas de cuarentena, la gente está ávida por salir a la calle e ir a parques y malls en una ciudad famosa por su vida nocturna, donde los riesgos de contagio del virus son altos.
Se detectan cada vez más casos por una firme campaña de pruebas. Las autoridades dicen que han hecho más de un millón de tests. El martes se informó oficialmente de 11 mil 300 casos confirmados y de 89 muertes por el virus.
En Wuhan, la ciudad china donde surgió el virus, hay puestos de control por todos lados en los que se rocía a la gente con desinfectante y se la hace pasar por un cubículo que emite gases descontaminantes. En Bosnia-Herzegovina, Turquía, Kenia y otros lugares hay portones o túneles desinfectantes que matan los virus que pueda haber en la ropa o el cuerpo.
Zammar anticipa una fuerte demanda de productos de ese tipo y su empresa Guard ME empezó a fabricar portones de metal, usando acero galvanizado y equipo de control de temperaturas de China.
Toda persona que quiere ingresar a un comercio o edificio de oficinas y que pase por esos módulos se someterá a una revisión de su temperatura y luego pasará por un sector que emite desinfectantes ultrasónicos.
El sistema no detecta portadores asintomáticos, pero de todos modos genera tranquilidad, según Zammar, un empresario sirio que vive en Dubái.
"Tengo la sensación de que si en los próximos dos o tres meses no toman la temperatura de la gente, se pensará que hay un problema en el edificio", expresó Zammar.
La información que recaban los módulos -lo mismo que la que obtienen la policía a partir de unos cascos que miden la temperatura- puede llegar a bancos de datos de reconocimiento facial. Esto genera preocupación relacionada con la privacidad y la vigilancia de la población en unos Emiratos que han sido criticados internacionalmente por reprimir periodistas y activistas de los derechos humanos.