Hace décadas que los científicos buscan una manera económica y efectiva de captar, almacenar y liberar energía solar. Actualmente, investigadores en Suecia dicen tener una solución que permitiría aprovechar la energía de los rayos del sol en una variedad de aplicaciones de consumo, desde calefacción en los hogares hasta en los vehículos.
Científicos de la Universidad Tecnológica Chalmers en Gotemburgo han descubierto cómo aprovechar la energía y reservarla de modo que pueda liberarse bajo demanda en forma de calor, incluso décadas después de haberla cosechado.
Las innovaciones incluyen una molécula que atrapa la energía, un sistema de almacenamiento que promete superar a las baterías tradicionales, al menos en lo que respecta a la calefacción, y un revestimiento laminado que almacena energía aplicable a ventanas y textiles.
Los avances, fruto del trabajo de un equipo dirigido por el investigador Kasper Moth-Poulsen, han recibido elogios dentro de la comunidad científica. Pero ahora viene la verdadera prueba, ¿podrá Moth-Poulsen lograr que los inversores respalden su tecnología y llevarla al mercado?
El sistema comienza con una molécula líquida compuesta de carbono, hidrógeno y nitrógeno.
Cuando recibe la luz solar, la molécula atrae la energía del sol y la retiene hasta que un catalizador desencadena su liberación en forma de calor.
Los investigadores invirtieron casi una década y dos millones y medio de dólares para crear una unidad de almacenamiento especial que, de acuerdo con Moth-Poulsen, tiene la estabilidad para durar más tiempo que los cinco a diez años de vida útil que ofrecen las típicas baterías de iones de litio que hoy encontramos en el mercado.
Uno de los posibles usos comerciales más avanzados desarrollados por el equipo es un revestimiento transparente que se puede aplicar a las ventanas de una vivienda, a un vehículo o incluso a la ropa.
El revestimiento recoge energía solar y libera calor, reduciendo la electricidad necesaria para calentar espacios y disminuyendo las emisiones de carbono. Moth-Poulsen, un profesor de 40 años del departamento de Ingeniería Química, está recubriendo todo un edificio de su campus para mostrar la tecnología. En las primeras etapas, dice, el uso ideal será en espacios relativamente pequeños. "Podría ser la calefacción de vehículos eléctricos o de las casas".
La gran interrogante es si el sistema es capaz de producir electricidad. Aunque Moth-Poulsen cree que existe el potencial, su equipo por ahora está centrado en la calefacción. Su grupo de investigación es uno de alrededor de 15 que intentan abordar el cambio climático con sistemas solares térmicos moleculares, motivados en parte por el Acuerdo de París, que compromete a los signatarios a esforzarse para limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius.
Moth-Poulsen planea crear una compañía derivada que seguiría desarrollando la tecnología y dice que está en conversaciones con inversores de capital riesgo.
La unidad de almacenamiento podría estar disponible comercialmente en tan solo seis años y el revestimiento en tres, siempre que disponga de 5 millones de dólares adicionales que estima serán necesarios para llevar el revestimiento al mercado. En mayo, el profesor ganó el Premio Arnbergska de la Real Academia de las Ciencias de Suecia por sus proyectos de energía solar.
Moth-Poulsen no tiene estimaciones precisas del costo de la tecnología, pero es muy consciente de que deberá ser asequible. Una ventaja en ese aspecto es que el sistema no necesita elementos raros o caros.
Jeffrey Grossman, docente del departamento de Ciencia e Ingeniería de Materiales del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), quien también está trabajando con moléculas de almacenamiento de energía, califica el trabajo de los investigadores de la Universidad Chalmers como "crucial si queremos que se comercialice este enfoque de almacenamiento y conversión de energía".
Peter Schossig, al frente del Instituto Fraunhofer para Sistemas de Energía Solar en Friburgo, Alemania, afirma que quiere ayudar a que la investigación del equipo sueco se convierta en un producto. Pero admite que "todavía hay mucho por hacer".