La única señal que delata que esta es la oficina de una empresa dedicada a la criogenia es un recipiente de acero inoxidable. Su propósito es transportar un cerebro humano, y si se usa para su verdadero fin y no como decoración, llevaría ese cerebro a un receptáculo más grande lleno de nitrógeno líquido. El cerebro se preservaría allí por el tiempo que tarde la comunidad científica y tecnológica en resolver algunos problemillas.
Primero, cómo reparar el daño al tejido causado por la congelación. En segundo lugar, y más importante, cómo obtener acceso a los datos en su interior -las neuronas, conexiones e impulsos que constituyen los recuerdos, las emociones y la personalidad de una persona- y traerlo a la vida, ya sea en otro cuerpo más saludable o cargado en una computadora.
Éste es el refugio de Danila Medvedev y Valerija Pride, pareja, transhumanistas y confundadores de KrioRus, una compañía con sede en Moscú consagrada a la búsqueda de la inmortalidad y con la ambición de convertirse en la compañía criogénica líder en Europa y Asia.
La criogenia fue originalmente propuesta por el físico Robert Ettinger en su libro de 1964 The Prospect of Immortality. Cinco años después el primer humano era congelado. Hoy, la líder mundial en el campo es Alcor Life Extension Foundation, una firma iniciada en 1972 con sede en Scottsdale, Arizona. También está el Cryonics Institute, fundado en 1976 y con 114 pacientes almacenados en un suburbio de Detroit, conocido por ser más barato que Alcor y por tener una marcada preferencia por congelar cabezas en lugar de cuerpos enteros.
KrioRus, fundada en 2005, es la única empresa de almacenamiento criogénico que opera fuera de Estados Unidos y ha crecido mucho más rápido que cualquiera de sus competidores estadounidenses. A fines de septiembre, KrioRus había preservado 51 humanos (26 cuerpos completos y 25 cabezas) y 20 mascotas (principalmente gatos y perros, pero también tres pájaros). El costo de una preservación de cuerpo completo es de 36 mil dólares, pero cae a 12 mil dólares si KrioRus sólo congela tu cabeza.
La compañía tiene grandes planes, pronto se trasladará a un hogar permanente en una universidad agrícola a las afueras de Tver, a unas horas al oeste de Moscú. Y los directores y clientes de KrioRus aclaran que la operación criogénica no es más que el primer paso de una campaña mucho más grande: la búsqueda de la inmortalidad.
Medvedev y Pride son también codirectores del Movimiento Transhumanista Ruso (RTM), una organización activista e incubadora de ideas para avanzar en la causa de extender la vida humana hasta alcanzar la inmortalidad.
El RTM tiene varios cientos de miembros altamente comprometidos y KrioRus nació de su entusiasmo por la causa transhumanista. La criogenia es el punto de partida. "Es el Plan B", reconoce Medvedev. Nadie quiere ser congelado. Pero morir es peor. Como dice Mikhail Batin, empresario, transhumanista y cliente de KrioRus: "Es la única alternativa que tenemos al momento de morir. Definitivamente es mejor ser congelado que enterrado o incinerado. La criogenia es la mejor acción en las peores circunstancias".
Rusia, indica Medvedev, es un sitio donde la criogenia puede empezar de cero, sin la carga histórica y cultura que arrastra en Estados Unidos. El Estado soviético valoró la ciencia por encima de la religión, que era técnicamente ilegal, y a pesar del resurgimiento de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el país tras la era soviética, la religión pesa menos en la política que en Estados Unidos. Varios políticos en Rusia han hablado positivamente acerca de la búsqueda para alcanzar la inmortalidad. Y en una encuesta reciente, el 18 por ciento de los rusos expresaron su deseo de vivir para siempre, un resultado que a los ojos de Medvedev se traduce en millones de clientes potenciales.
El objetivo es construir un sistema dentro de la sociedad rusa que legitime la congelación como una práctica tan normal como el entierro o la cremación. Sin embargo, la meta última sigue siendo la inmortalidad.
La criogenia es el enfoque más obvio para Medvedev y Pride como líderes del RTM, pero están abiertos a otros. No se ven a sí mismos como competidores de Alcor o Cryonics Institute, más bien, esperan ser colaboradores. "Hemos estado discutiendo con algunos patrocinadores estadounidenses sobre una manera de reunir básicamente toda la tecnología en un solo lugar, para que pueda hacerse el mejor experimento de criopreservación", dice Medvedev.
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Ese lugar, espera, será Tver.
El centro de operaciones será el Instituto Estatal de Agricultura de Tver, una universidad dirigida por Oleg Balayan que albergará un centro avanzado para el tratamiento del cáncer, éste incluirá un centro de cuidados paliativos para casos incurables que puede ofrecer la criogénia como un paso final adicional una vez que la muerte sea inevitable. La cercana facultad de medicina está ansiosa de participar, y todo el proyecto cuenta con el apoyo entusiasta de los gobiernos local y estatal.
"Muchos logros en la ciencia reciente están al borde de distintos campos científicos, es decir, en la convergencia", señala Balayan. Y Pride agrega que el centro encarnará precisamente eso, la convergencia de la biología y la tecnología.
¿Será Tver ese punto de inflexión que lleve al movimiento transhumanista de la periferia a la corriente principal? Quién puede saberlo, la carretera más grande del país, en construcción entre San Petersburgo y Moscú, pasará a unos pocos cientos de metros de Tver, y el tren de alta velocidad de Moscú tarda menos de dos horas. Las nuevas instalaciones, según Medvedev, duplicará en tamaño a Alcor y Cryonics Institute juntos una vez construida. "La hora de la criogénia ha llegado", anuncia Medvedev.