OPINIÓN
Es probable que 2020 sea recordado por la pandemia de COVID-19 y por las elecciones presidenciales en Estados Unidos, pero hay un nuevo contendiente en pelea por el título del acontecimiento de mayor interés periodístico de 2020: la presentación de GPT-3.
Como una descripción muy aproximada, piensa en GPT-3 como algo que le da a las computadoras la misma facilidad con las palabras como la que han tenido con los números durante mucho tiempo y con las imágenes desde aproximadamente 2012.
El núcleo de GPT-3, que es una creación de OpenAI, una compañía de inteligencia artificial con sede en San Francisco, es un modelo de lenguaje general diseñado para autocompletar. Está entrenado en escritos en internet no categorizados, y básicamente adivina qué texto debería venir después desde cualquier punto de partida. Eso puede parecer poco atractivo, pero un modelo de lenguaje creado para adivinar con 175 mil millones de parámetros, 10 veces más que sus competidores anteriores, es sorprendentemente poderoso.
Los usos eventuales de GPT-3 son difíciles de predecir, pero es fácil ver el potencial. GPT-3 puede conversar a nivel conceptual, traducir, responder correos electrónicos, realizar (algunas) tareas de programación, ayudar con diagnósticos médicos y, tal vez algún día, servir como terapeuta. Puede escribir poesía, diálogos e historias con un sorprendente grado de sofisticación, y en general es bueno en el sentido común, una falla típica de muchos sistemas de respuesta automatizados. Incluso se le puede hacer preguntas sobre Dios.
Imagine un asistente activado por voz similar a Siri que realmente haga lo que le pide. También tiene el potencial de superar a Google en muchas consultas de búsqueda, lo que podría dar un impulso a una empresa altamente rentable.
GPT-3 no intenta pasar la prueba de Turing de no ser distinguible de un humano en sus respuestas. Más bien, está construido para la generalidad y la profundidad, aunque eso signifique que responderá mal a muchas consultas, al menos en su estado actual. Como principio filosófico general, acepta que ser extraño a veces es una parte necesaria para ser inteligente. En cualquier caso, como muchas otras tecnologías, GPT-3 tiene el potencial de mejorar rápidamente.
No es difícil imaginar una amplia variedad de escisiones de GPT-3, o compañías creadas en torno a servicios auxiliares, o grupos de trabajo de la industria para mejorar los aspectos menos precisos de GPT-3. A diferencia de algunas innovaciones, podría generar un ecosistema completo.
Hay un notable revuelo sobre GPT-3 en la comunidad tecnológica. Un usuario en Reino Unido tuiteó: "Acabo de tener acceso a GPT-3 y no puedo dejar de sonreír, estoy tan emocionado". El capitalista de riesgo Paul Graham señaló tímidamente: "Los hackers están fascinados con GPT-3. Para todos los demás, parece un juguete. ¿El patrón le parece familiar a alguien?". El capitalista de riesgo y experto en inteligencia artificial Daniel Gross se referió a GPT-3 como "un momento histórico en el campo de la IA".
No soy una persona de tecnología, por lo que hay mucho sobre GPT-3 que no entiendo. Aun así, leer un poco sobre esto me llena de pensamientos sobre los muchos usos posibles (comenta el autor).
Es de destacar que GPT-3 vino de OpenAI en lugar de una de las compañías de tecnología más dominantes, como Alphabet/Google, Facebook o Amazon. A veces se sugiere que las compañías más grandes tienen demasiado poder de mercado, pero en este caso, una empresa emergente relativamente joven y menos capitalizada lidera el camino (OpenAI se fundó apenas a fines de 2015 y es dirigida por Sam Altman).
GPT-3 también es un signo de la salud y el dinamismo subyacentes del mundo tecnológico del Área de la Bahía y, por lo tanto, de la economía de EU. La innovación llegó a Estados Unidos antes que a China y refleja el poder de las instituciones descentralizadas.
Al igual que todas las innovaciones, GPT-3 implica algunos peligros. Por ejemplo, si se le alimenta con palabras étnicas o raciales descriptivas, puede dar respuestas poco agradables. También se puede imaginar que una versión más avanzada de GPT-3 sería un poderoso motor de vigilancia para textos escritos y conversaciones transcritas. Además, no es una ventaja obvia si puede capacitar a su software para que lo suplante por correo electrónico. Imagine un mundo donde nunca se sabe con quién está hablando realmente: "¿Es esta una conversación de correo electrónico verificada?". Aun así, la esperanza es que los mecanismos de protección puedan al menos limitar algunos de estos problemas.
No hemos entrado en la era en que "Skynet se pone en marcha", para citar la famosa frase de una película sobre una IA que domina (y destruye) el mundo. Pero la inteligencia artificial parece haber dado un gran salto adelante. En un año sombrío, este es un desarrollo bienvenido y esperanzador.
*Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial, de Bloomberg LP y sus dueños. Ni de El Financiero.
*El autor es columnista de opinión de Bloomberg. Es profesor de economía en la Universidad George Mason y escribe para el blog Marginal Revolution. Sus libros incluyen "La clase complaciente: la búsqueda autodestructiva del sueño americano".