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La alfarera del jaguar: un legado histórico de Chiapas

La artista de origen tzeltal es famosa por sus creaciones en barro chiapaneco y el trazo de su pincel.

Amatenango del Valle se ubica en la zona centro del estado de Chiapas, el sitio es famoso porque se pueden adquirir artículos de cerámica en los distintos puestos que están a la orilla de la carretera, pero si se busca comprar alguna pieza que evoque el poder de la selva y la cosmogonía maya, existe un taller cerca de la plaza del pueblo que representa una verdadera tradición artística.

Una de las esculturas más famosas de ese lugar es el jaguar de Amatenango hecho por la artesana Juana Gómez Ramírez, mujer de origen tzeltal quien inició su carrera como alfarera a los 6 años de edad; su madre le enseñó el oficio para que juntas elaboraran ollas, chimeneas o macetas y las vendieran en los mercados de las localidades cercanas.

Una tradición que une mujeres

Los jaguares hechos y pintados por Juana se reconocen como verdaderas obras de arte, el trazo y línea que la artista imprime sobre el barro es su sello y firma; algo difícil de igualar, aunque muchos han intentado falsificar sus obras.

Más allá de las macetas, la artista siempre tuvo una fascinación por los jaguares y confesó en entrevista, que aunque nunca ha visto uno, se ha inspirado en aquellos que ve en su imaginación o en los libros de texto que usaba en la escuela; pero al crearlo y darle forma con el barro, ella dice que puede sentir la energía del jaguar en sus manos. Primero moldea las patas, después el cuerpo y al último la cabeza; los jaguares hechos y firmados por Juana se venden a un precio justo y afortunadamente no hay oportunidad para el regateo.

El manejo del barro es una tradición que se transmite de generación en generación; a Juana le enseñó su mamá y ella instruyó a otras mujeres de su familia en el arte de la alfarería. De hecho, se dice que en Amatenango las mujeres se dedican a la elaboración de cerámica, mientras que los hombres realizan actividades agrícolas.

El encuentro

El día que conocí a Juana Ramírez, estaba sentada en el suelo sobre un cartón; vestía ropa tradicional y tenía frente a ella una olla de barro enorme con unos jaguares montados que parecen estar a punto de saltar para atacar; aquella vasija era un encargo desde el extranjero y su período de elaboración tardaría varias semanas.

Juana nos explicó que existen galerías que han falsifican sus obras, así que se debe tener precaución para evitar ser víctima de fraude; sus piezas no se venden a través de intermediarios, ya que bajo ese esquema el que menos gana es el artesano, así que muchos clientes llegan directamente a su casa.

Existen tours que llevan al visitante a diferentes puntos turísticos de Chiapas e incluyen una visita a Amatenango del Valle para conocer el taller de Juana Gómez, presenciar cómo elabora la piezas y tomar un desayuno típico a base de café de olla, frijoles recién hechos, arroz, queso, tortillas de comal hechas a mano y salsa de molcajete. Toda la familia colabora cuando se trata de hacer equipo.

En un instante las personas se encontrarán platicando con la artista que ha destacado en el mundo de la cerámica y al terminar la charla Juana impartirá una lección de humildad: dejará el pincel para ofrecerles una taza de café, ayudar a poner los platos o llevar las tortillas calientes a la mesa.

Juana Gómez tiene 36 años de edad y es reconocida como una de las grandes maestras del arte popular mexicano. Cuenta con su propio Taller y Galería Artesanal en Amatenango; sus piezas le han dado la vuelta al mundo y se han exhibido en Estados Unidos, Inglaterra, Bélgica, España y Australia; su obra forma parte del libro Grandes Maestros del Arte Popular de Iberoamérica de la Fundación Cultural Banamex.

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