El país se encuentra en una encrucijada, en donde las acciones del sector público definirán el perfil de la economía para el resto de la década. Pareciera ser que se ha optado por una visión conservadora dejar que el mercado defina y que el Estado acompañe, cuando en realidad debería ser a la inversa, que el Estado defina y que el mercado acompañe. Una estrategia de avanzada sería dotar a las entidades federativas con mayores recursos en términos reales para formar una gran alianza para alcanzar objetivos en materia de salud, educación, e infraestructura.
La necesidad de un diálogo nacional que configure un país que pueda enfrentar los grandes retos del siglo XXI de manera más descentralizada, para ello se requiere que el gasto estatal y municipal puedan ser mayores, no por designios de la Federación, sino a través de fortalecer su capacidad de recaudación estatal y municipal. El gasto federalizado representa alrededor de 9.2 por ciento del PIB, el gasto estatal alrededor de 11.2 por ciento del PIB, y el municipal si apenas alcanza 2.5 por ciento del PIB. En conjunto no rebasan una quinta parte del PIB, con estas cifras es poco lo que se puede hacer para transformar el país, no es cuestión de hacer más eficiente a los diferentes niveles de gobierno, se requiere dotarlos de mayores recursos para que puedan acometer la transformación del país.
El problema se agudiza en ciertas regiones, las menos dinámicas como Chiapas, en donde no se ha invertido para cambiar su perfil productivo y a la vez con fuertes presiones para enfrentar la migración. Sin embargo, no sólo es el sur el que se encuentra ante graves problemas de crecimiento sino zonas como Tlaxcala, Guerrero, Sinaloa, Nayarit, Tamaulipas y Coahuila. Este panorama plantea una tarea de gestión pública sumamente complicada, sus perfiles son muy diferenciados y muestran que existe un lento crecimiento debido en muchos casos a su especialización productiva, y en otros derivados de una compleja situación de falta de gobernabilidad, escasos recursos y la situación de violencia que se viven en muchas de ellas.
Se requiere que esta administración convoque a un diálogo nacional para enfrentar los retos de crecimiento y gobernabilidad que existe en gran parte del territorio nacional. Aún es momento de adecuar el gasto para 2025, lo que importa es que se ponga sobre la mesa de discusión la necesidad de reestructurar el Presupuesto tomando en consideración la nueva geografía productiva del país. Existen zonas devastadas por la lucha contra el narco, como Sinaloa y Nayarit, otras regiones aruinadas por el cambio climático como Guerrero, en la frontera norte Coahuila y Tamaulipas, entidades con un fuerte perfil exportador observan un bajo crecimiento. Se requiere una reflexión nacional sobre lo que hemos construido en los últimos años, es una tarea que corresponde al gobierno federal el repensar la geografía del país.
Es una tarea ardua, un primer paso es aceptar que se requiere una reflexión nacional sobre el desigual crecimiento regional que estamos observando y que está causando mayores conflictos exacerbando la violencia en el país.
Para abordar este problema, es imprescindible promover políticas públicas integrales que reduzcan las brechas entre las regiones. Esto incluye una inversión estratégica en infraestructura, educación y empleo en las zonas más desfavorecidas, así como el fortalecimiento de mecanismos de transparencia y rendición de cuentas en la gestión de los recursos. Además, es fundamental fomentar un diálogo inclusivo que involucre a los sectores gubernamentales, privados y sociales, buscando soluciones sostenibles que respondan a las necesidades locales. Solo mediante un esfuerzo colectivo y una visión a largo plazo podremos construir un país más equitativo, donde las oportunidades no dependan del lugar de origen y se logre erradicar las raíces de los conflictos y la violencia.
Lo que está aconteciendo en Sinaloa debería ser una preocupación nacional, no se trata de acabar con la violencia simplemente, sino que se trata de realizar una reflexión nacional sobre cómo reestructurar una zona que durante décadas ha vivido de la droga, y que ahora se ha convertido en una zona de conflicto internacional, es momento de repensar la forma como podemos solucionar el problema a mediano plazo. Para ello no se trata de simplemente mover los porcentajes del Presupuesto, sino de una tarea de reconstrucción de las zonas afectadas por la violencia del narcotráfico, eso involucra a varias regiones del país. Requerimos de una reflexión de transformación, de rediseño de los presupuestos públicos y de una voluntad nacional para atender la emergencia que se nos presenta en regiones enteras del país, no podemos cerrar los ojos y simplemente aprobar presupuestos pensados para un país en paz. Es momento de una reflexión nacional que la clase política se haga cargo de esta situación, significa la sobrevivencia para miles de mexicanos que habitan esas regiones, que están en el norte, centro y sur del país, es un momento de emergencia nacional que debemos dirimir con un diálogo nacional de reconstrucción y asignación suficiente de recursos presupuestales.