La relación entre México y EU enfrenta un panorama complicado. El triunfo de Donald Trump implica una revisión anticipada del T-MEC y contaminada por temas no comerciales: migración, seguridad y geopolítica. Es un escenario con riesgo considerable, pero también de oportunidad. En las aduanas convergen retos de seguridad y competitividad compartidos por ambos países. Por ello, a pesar de las obvias dificultadas que implicaría, vale la pena pensar seriamente en la creación de una agencia de aduanas binacional.
Una mayor cooperación en materia aduanera va de la mano de mayor integración comercial. México es ya el principal socio comercial de EU con un intercambio de 800 mil millones de dólares en 2023, monto que podría alcanzar un billón de dólares antes de concluir esta década. Más de 7.3 millones de camiones de carga cruzaron la frontera el año pasado, ejerciendo una presión sin precedentes sobre la infraestructura aduanera y de cruces fronterizos. La cooperación binacional en materia aduanera tiene mucho tiempo, y se profundizó a partir de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, cuando la agenda comercial se entremezcló con la de seguridad. Gracias a esta cooperación, se han dado avances notables, pero insuficientes, en el intercambio de información, esquemas de preinspección y despacho aduanero conjunto y en la planeación y operación de cruces y puentes internacionales.
El momento actual presenta una convergencia única de factores que hacen necesaria esta evolución. Hoy es común escuchar en todo tipo de foros acerca de la reconfiguración de las cadenas productivas mundiales, el nearshoring y lo que esto significa para México. Frente a diversos riesgos globales y geopolíticos, como son las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos y la pandemia de covid-19, las empresas y gobiernos buscan resiliencia y seguridad en sus cadenas producción y abasto. Para aprovechar plenamente la oportunidad del nearshoring, México debe ser competitivo en sus procesos e infraestructura aduanera. Hoy no lo somos del todo. En el Índice de Desempeño Logístico del Banco Mundial, en lo que respecta a la eficiencia de los procesos de administración fronteriza y despacho aduanero, nos ubicamos en el lugar 54, en tanto que EU y Canadá ocupan el 11 y 15, respectivamente.
Las amenazas de seguridad evolucionan constantemente, demandando respuestas más sofisticadas y coordinadas. La tecnología disponible ofrece posibilidades sin precedentes para repensar las operaciones aduaneras. Dos de los principales irritantes en la agenda bilateral en materia de seguridad, el tráfico ilícito de drogas sintéticas –destacadamente fentanilo– y el de armas son en buena medida un reto para las aduanas.
Las instituciones binacionales han servido para manejar algunos aspectos de una relación cada vez más amplia y compleja. Ambos gobiernos han sido cautos en crearlas por razones distintas. México las ha visto con cautela por la preocupación de que esto formalice cierta subordinación a los objetivos e intereses de nuestros vecinos. Los estadounidenses han sido renuentes a crear instituciones internacionales que limiten su margen de maniobra como potencia.
Hay experiencias exitosas como el Banco de Desarrollo de América del Norte y la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) que demuestran que la cooperación institucionalizada trasciende ciclos políticos mientras preserva la soberanía de ambas naciones. El caso de la CILA puede ser especialmente útil como referente, pues involucra un acuerdo fundacional y un organismo bilateral que opera con dos secciones nacionales independientes –cada una bajo la jurisdicción de su respectivo gobierno–, pero que interactúan diariamente de manera coordinada bajo un mismo mandato.
Imaginemos un sistema donde las inspecciones aduanales duplicadas se reemplazan por procesos unificados, donde la tecnología permite evaluaciones de riesgo en tiempo real, y donde el desarrollo profesional conjunto crea una nueva generación de oficiales aduaneros con expertise binacional. Los beneficios serían sustanciales: tiempos de procesamiento reducidos, mayor seguridad, mejor recaudación y una competitividad regional fortalecida.
En las próximas semanas, concluiremos, con el apoyo de la US–Mexico Foundation, un análisis detallado que profundiza en esta visión y una ruta para su implementación. Parece claro que el futuro de la competitividad y seguridad de Mexico y EU y, por qué no, de Norteamericana junto con Canadá, dependerá de nuestra capacidad para modernizar la gestión de las aduanas.
Daniel Covarrubias es director del Texas Center for Economic and Enterprise Development en Texas A&M International University.
Gerónimo Gutiérrez fue embajador de México en Estados Unidos (2017-2018) y director gerente del Banco de Desarrollo de América del Norte (2010-16).