Desde su primera campaña, Donald Trump convirtió a México y a los mexicanos en el blanco predilecto de sus ataques. Las referencias a los “bad hombres”, las acusaciones de que los inmigrantes eran violadores y la promesa de construir un muro fronterizo definieron su discurso, generando un rechazo casi unánime en nuestro país. Sin embargo, tras una segunda campaña aún más agresiva, Trump ha dejado de ser el villano favorito de los mexicanos. Ese consenso se ha fracturado: para algunos, el villano de entonces ahora es un héroe.
Este cambio en la percepción no es casual. Para un segmento importante de la población, Trump es visto como la única contención real frente a un poder sin límites en México. La concentración de poder y el desmoronamiento de los contrapesos han llevado a que, para ese grupo, el villano ya no esté afuera, sino dentro de nuestras fronteras.
Antes de su visita a México durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, Trump ya era ampliamente rechazado. Las encuestas de la época mostraban que cerca de 80 por ciento de los mexicanos tenía una opinión negativa sobre él. La visita acentuó esas opiniones y volvió casi unánime el rechazo a su postura sobre los inmigrantes y su propuesta de construir un muro fronterizo.
La situación cambió con el tiempo. Durante su primer mandato, se le fue perdiendo el miedo a Trump. Además, la pandemia desvió la atención de la opinión pública en ambos lados de la frontera hacia cuestiones internas, relegando los temas binacionales a un segundo plano. En México, Trump dejó de ser el gran tema que fue durante su campaña y el inicio de su mandato.
Además, el presidente López Obrador ‘legitimó‘ a Trump. Lo visitó en Washington, DC, para conversar sobre el T-MEC, y en esa ocasión le dijo: “Por eso estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto”. A lo largo de los años, ambos mandatarios intercambiaron elogios y cortesías.
Sin embargo, el salto cualitativo en las evaluaciones sobre Trump ocurre ya iniciado el sexenio de Claudia Sheinbaum. Por increíble que parezca, en este momento las opiniones negativas sobre él apenas llegan a 40 por ciento, según una encuesta en línea realizada la semana pasada por TResearch International. Sobre si Trump será bueno, malo o indiferente para México, las opiniones están prácticamente divididas en tercios. Este cambio es mayúsculo si se compara con las evaluaciones durante su primera campaña presidencial.
Sobre las tres amenazas principales que inciden sobre México, el estudio arroja lo siguiente: 75 por ciento de los consultados está en desacuerdo con que imponga aranceles a las importaciones de México, 72 por ciento en que realice deportaciones masivas de inmigrantes y 49 por ciento en que tome acciones en contra de los narcotraficantes en nuestro país.
El primer dato que destaca es el bajo porcentaje de personas que se oponen a que Trump actúe contra el crimen organizado, prácticamente igual al de quienes lo aprueban. Que casi la mitad de la población esté dispuesta a dejar de lado el discurso de soberanía nacional revela la desesperación ante la inseguridad. Según una encuesta de El Financiero publicada el pasado lunes, 65 por ciento de los consultados mencionó la inseguridad como el principal problema del país.
Resulta muy revelador que, entre quienes están en desacuerdo con Sheinbaum, 88 por ciento aprueba que Trump tome acciones contra los narcotraficantes. No solo eso: en este segmento de la población, 37 por ciento también avala los aranceles y 51 por ciento las deportaciones. Dentro de este grupo, hay más personas que creen que Trump será bueno para México que quienes piensan lo contrario.
El estudio no ahonda en las razones de esta división de opiniones, pero me parece que la principal es obvia: la polarización política que vivimos en México. Lo que tal vez no es tan evidente, pero estoy seguro que contribuye a definir este panorama, es que a quienes no están con la 4T les preocupa la concentración de poder que hemos estado viendo con el avance acelerado del ‘plan C’ y, de manera destacada, la deconstrucción del Poder Judicial.
No creo que sean meras anécdotas las expresiones que sugieren que Trump podría ser bueno para México porque “meterá en cintura” al gobierno. Resulta fácil atribuir esas opiniones a la falta de patriotismo de ‘esos’ mexicanos, pero el hecho es que no son infundadas. Como argumenta Carlos Bravo Regidor en su colaboración en Expansión esta semana, el miedo está ejerciendo cierto ‘orden’ sobre el gobierno.
En cualquier caso, nada aporta al país una situación en la que un amplio segmento de la población ya no tema a un villano externo, sino al poder absoluto de su gobierno; en la que quien alguna vez fue el villano ahora sea percibido, más bien, como un héroe.