Al guiar a visitantes a través de uno de los estadios en los que en menos de cuatro meses se llevarán a cabo los Juegos Olímpicos de 2016, el alcalde de Río de Janeiro Eduardo Paes — con la camisa arremangada y sudando bajo el sol ardiente — se muestra ansioso por destacar los aspectos positivos.
El complejo conocido como el Parque Olímpico Barra de 1.2 millones de metros cuadrados, donde se ganarán y perderán medallas en 16 deportes incluyendo natación, ciclismo y gimnasia, está casi listo, él insiste. A su alrededor hay trabajadores instalando los últimos asientos y algunos atletas realizando las últimas evaluaciones de las instalaciones.
"Todo está bajo control, bien organizado y prácticamente listo", Paes declara en comentarios que contrastan con el sentimiento de crisis y los alegatos de corrupción que han asechado los primeros Juegos Olímpicos en América del Sur.
"¿Está todo resuelto? No. Siempre hay algo que atornillar o arreglar. Pero estoy trabajando 20 horas al día. Estoy muy orgulloso".
La política en Brasil está sumergida en una crisis, ya que la presidenta Dilma Rousseff está enfrentando un juicio político en una votación crucial en el Congreso y su gobierno no parece ser capaz de detener el encogimiento de la economía. En medio de estos problemas, Paes que tiene 46 años de edad está intentando llenar el vacío para convertirse en la cara visible de Río 2016.
Algunos piensan que el hombre que ha estado al mando de la segunda ciudad más grande de Brasil desde 2008 podría ser un candidato presidencial en el futuro, a pesar de que su carrera ha tenido algunos problemas. Recientemente se le escuchó en grabaciones filtradas de la policía bromeando con Luiz Inácio Lula da Silva sobre los alegatos de corrupción que enfrenta el expresidente.
Pero al hablar con periodistas con un fuerte acento "carioca" — como se les conoce a los habitantes de Río — él sigue rechazando las críticas acerca de los preparativos de las Olimpiadas, especialmente con respecto a la corrupción.
Río es la sede de Petrobras, el grupo petrolero estatal que está en el centro del creciente escándalo de corrupción, en el que exejecutivos de la compañía, como Paulo Roberto Costa, están acusados de colaborar con políticos para obtener sobornos de compañías de construcción. El nombre de Paes ha sido mencionado en la investigación, pero no se han presentado cargos en su contra y él insiste que es "limpio".
"Yo garantizo que con respecto a los proyectos municipales de las Olimpiadas, no ha habido corrupción", él insiste. Al exigirle explicaciones de por qué las Olimpiadas son más limpias que Petrobras, él asevera: "Porque allá tenían a Paulo Roberto Costa. Y aquí tienen a Eduardo Paes".
Él rechaza los temores de que el posible juicio político de Rousseff podría dejar al país sin un presidente electo durante las Olimpiadas. El gobierno sigue funcionando, dice Paes, haciendo hincapié en el hecho de que Rousseff inauguró un centro deportivo en Río la semana pasada. Brasil ya no es una república bananera… estamos pasando por una crisis política intensa sin embargo los gobiernos siguen funcionando", él añade.
El alcalde también rechaza la idea de que los juegos son elitistas. De los 40 mil millones de reales que se han gastado en los proyectos olímpicos, 57 por ciento ha provenido de dinero del sector privado, él dice. Sólo 7 mil millones de reales del total se gastó en instalaciones como estadios. La mayor parte del dinero público se invirtió en proyectos que van a beneficiar a la ciudad.
Sin embargo es muy fácil encontrar a personas que no concuerdan con el optimismo de Paes. Hace sólo dos años, John Coates, el vicepresidente del Comité Olímpico Internacional, dijo que los preparativos de Río eran los peores en la historia reciente.
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