Tras el más mínimo rumor de un ataque terrorista en Europa, Donald Trump siempre tiene una respuesta lista. "La prohibición de viajar a EU debe ser mucho más amplia, firme y específica", escribió en Twitter Trump después del atentado con bomba en el Metro de Londres el mes pasado, donde nadie perdió la vida. La Scotland Yard debería haber sido más "proactiva", agregó.
En contraste, Trump recurrió a las oraciones después del mayor tiroteo masivo en la historia moderna de su país, en el que murieron 59 personas. Todos sus pensamientos de proactividad quedaron desterrados. "Es nuestro amor lo que nos define hoy", le dijo Trump a EU tras la matanza del pasado domingo en Las Vegas. "Y siempre lo será. Siempre".
Cuando Trump le pide a Dios que "nos dé la gracia de la sanación", no busque en la Biblia. Busque en el manual de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), la cual ayudó a financiar la victoria de Trump el año pasado. Con más de 30 millones de dólares gastados en la campaña de Trump, y millones de miembros activos, la NRA fue el mayor grupo externo que lo apoyó. No es una exageración decir que la NRA ayudó a inclinar la balanza en favor de Trump.
Un anuncio de televisión mostraba a una mujer asesinada porque Hillary Clinton le había robado sus medios de legítima defensa.
Semejantes esfuerzos fueron importantes en una elección donde la brecha entre la derrota y la victoria fue de apenas 77 mil votos. Cuando alguien le hace un favor a Trump, él muestra su gratitud. "Ustedes me apoyaron", dijo Trump en la convención de la NRA de este año, la primera vez que un presidente estadounidense en funciones se presentaba en una de estas convenciones. "Y yo voy a apoyarlos".
Eso es exactamente lo que está haciendo Trump. Poco después de asumir el cargo, revocó una regulación de la era de Obama que les dificultaba a los enfermos mentales comprar armas. Esta semana le brindó un mayor servicio al grupo de presión de armas de fuego.
Al encabezar los "pensamientos y oraciones" del país, Trump convirtió una epidemia nacional en un alegato en favor de una tranquila reflexión. Ésa es la regla número uno de la NRA: insistir en que la tragedia no es el momento para la política.
La regla número dos es enfocarse en el monto fijo de la maldad humana; de ahí la extraña referencia bíblica de Trump. No son las armas las que matan a las personas. Son las malas personas las que matan a las personas. La regla número tres es que las buenas personas deben armarse. Ya sean pilotos, maestros o asistentes a conciertos, los estadounidenses inocentes deben poder protegerse del mal.
En realidad, los estadounidenses propietarios de armas de fuego no tienen nada que temer. La NRA tiene un lugar en la mesa. Las ventas de armas semiautomáticas están seguras bajo Trump. Ninguna masacre lo puede inmutar. Pero es preocupante pensar qué ocurriría si un musulmán asesinara a personas en suelo estadounidense con Trump a cargo.
Financial Times